Publicada
Actualizada

La tos persistente, con o sin expectoración; la dificultad para respirar (disnea); las sibilancias, pitidos al respirar; la sensación de dolor u opresión torácica; los ronquidos fuertes y el tabaquismo son los siete síntomas ante los que, sí o sí, deberías visitar al neumólogo. Sin embargo, no siempre es así. Normalizamos lo que nos pasa y convivimos, incluso durante años, con esas “molestias”.

El doctor Jesús Peñas de Bustillo, jefe del Servicio de Neumología del Hospital Quirónsalud Sagrado Corazón (Sevilla), explica que una de las principales causas de diagnóstico tardío de patologías respiratorias es la costumbre de restar importancia a los síntomas. “Hay que evitar que la población normalice la presencia de síntomas respiratorios, en especial la tos o la falta de capacidad pulmonar”, advierte el especialista. Específicamente, señala la importancia de realizar espirometrías en pacientes fumadores para detectar alteraciones antes de que aparezca daño pulmonar evidente.

Por su parte, el doctor Domingo García Aguilar, coordinador del Servicio de Neumología del Hospital Quirónsalud Infanta Luisa, recuerda que estos síntomas “a menudo son muy inespecíficos”, y que esa ambigüedad lleva a que “muchas veces la patología se diagnostique años después”.

¿Qué hace un neumólogo en la primera visita?

La primera consulta con un neumólogo no se limita a escuchar los pulmones con el fonendoscopio. Según los especialistas, se trata de una evaluación integral del aparato respiratorio. En ella, el médico revisa el historial clínico del paciente, sus hábitos (especialmente el tabaquismo) y sus antecedentes familiares.

Su objetivo no es solo escuchar los pulmones, sino entender cómo respira el paciente y por qué ha dejado de hacerlo bien. La consulta arranca con una entrevista detallada sobre hábitos, antecedentes y síntomas: tos, falta de aire, cansancio o ronquidos. Después, llega la exploración física y las pruebas básicas, como la espirometría, que mide la capacidad pulmonar y permite detectar obstrucciones o limitaciones en el flujo de aire. En muchos casos, se completan con una radiografía de tórax o un test de difusión pulmonar. Es, en definitiva, una cita para poner posible nombre y contexto a lo que hasta entonces solo eran síntomas.

Las principales patologías que trata la neumología

Las enfermedades que trata un neumólogo van mucho más allá de los resfriados o la tos crónica. Esta especialidad médica aborda desde patologías muy comunes, como el asma o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), hasta trastornos complejos como el cáncer de pulmón, la fibrosis pulmonar, las infecciones respiratorias graves o las apneas del sueño.

Un medico atiende a su paciente Servimedia

Para llegar a un diagnóstico certero, los neumólogos cuentan con un amplio arsenal de pruebas funcionales y de imagen. La espirometría es la herramienta básica: mide la cantidad de aire que una persona puede inhalar y exhalar, y la velocidad con que lo hace. Se complementa con radiografías de tórax, tomografías computarizadas (TAC) o tests de difusión pulmonar, que permiten detectar desde obstrucciones bronquiales hasta lesiones en el tejido pulmonar. En determinados casos, se utilizan técnicas más avanzadas como la ecobroncoscopia (EBUS) o la broncoscopia tradicional, con las que se puede obtener tejido para biopsia sin necesidad de cirugía abierta.

Además, la neumología también presta especial atención a los trastornos respiratorios del sueño, cada vez más frecuentes en la población general. El doctor Carlos Egea, responsable de la Unidad del Sueño del Hospital Quirónsalud Vitoria, advierte: “Si una persona sufre insomnio crónico o sospecha que ronca en exceso, o se despierta fatigado pese a dormir muchas horas, es importante acudir a una unidad especializada para valorar si hay un trastorno detrás”. Estos casos requieren estudios de sueño o polisomnografías, que analizan la respiración, el oxígeno y la actividad cerebral durante la noche para detectar apneas y otros problemas que comprometen la calidad del descanso y, a largo plazo, la salud cardiovascular.

La prevención, clave para llegar a tiempo

Los expertos coinciden en que la mayoría de enfermedades respiratorias pueden controlarse —e incluso prevenirse— con una detección temprana. Por lo que acudir al neumólogo no debe interpretarse como una medida excepcional, sino como un acto de prevención y autocuidado. Quienes fuman, padecen alergias respiratorias o han tenido infecciones pulmonares de repetición, deberían realizar una revisión periódica.

Acudir al especialista ante la mínima duda puede marcar la diferencia entre un control temprano o un diagnóstico tardío. Los pulmones, discretos y silenciosos, no suelen quejarse hasta que el daño está hecho. Escucharlos a tiempo -y dejar que los escuche un neumólogo- puede ser la mejor inversión en salud.