El dolor de espalda se ha convertido en uno de los trastornos más difíciles de sobrellevar para quien lo padece y más complicado de solucionar para la ciencia médica. Tanto en la zona lumbar como en la cervical, las molestias pueden condicionar la rutina diaria hasta el punto de limitar el trabajo, el descanso o la simple capacidad de disfrutar del día a día.
Se trata de una de las causas más comunes de consulta y baja laboral en España, según datos de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria. Un estilo de vida cada vez más sedentario, el envejecimiento progresivo de la población y el uso excesivo de dispositivos electrónicos han propiciado que los casos se multipliquen en las últimas décadas.
El mapa del dolor
El camino hacia la recuperación comienza con un diagnóstico preciso. Resonancias magnéticas, tomografías y otras pruebas de imagen permiten descifrar la raíz del problema: desde hernias discales hasta estenosis de canal, degeneraciones discales o desplazamientos vertebrales. Una vez identificado el origen, los especialistas diseñan un plan de acción escalonado que apuesta siempre por los tratamientos menos invasivos como primera medida.
Cuando el dolor persiste o se vuelve incapacitante, la medicina abre paso a la cirugía mínimamente invasiva. Las técnicas actuales han transformado radicalmente este campo, logrando reducir complicaciones, acortar la estancia hospitalaria y acelerar la recuperación.
Como explica el doctor Joan M. Burdeus, Jefe de Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Universitari Sagrat Cor, “el avance de la tecnología ha cambiado por completo la cirugía de columna: muchas intervenciones pueden realizarse con estancias muy cortas en el hospital”. Las operaciones más frecuentes buscan eliminar hernias, liberar nervios comprimidos o estabilizar vértebras desplazadas, siempre con apoyo de equipos de alta precisión que garantizan seguridad y eficacia.
Tratamientos sin bisturí: la fuerza de lo personalizado
La mayoría de los pacientes, no obstante, logran mejorar sin necesidad de entrar en un quirófano. Aquí entran en juego los tratamientos conservadores, un abanico de recursos que combina medicación, fisioterapia individualizada, programas de ejercicio terapéutico y técnicas de control del dolor como la radiofrecuencia o las infiltraciones.
“El ejercicio guiado es clave: muchos pacientes experimentan mejoras notables con una pauta bien diseñada, por eso insistimos en la importancia de la reeducación postural y el fortalecimiento muscular para prevenir recaídas”, afirma el doctor Burdeus.
Cuando el dolor responde más a contracturas musculares o a desequilibrios en la mecánica corporal, el abordaje se completa con actividades de bajo impacto, como natación o aquagym, y con terapias como la neuromodulación no invasiva. Todo ello se integra en un enfoque multidisciplinar, en el que reumatólogos, neurólogos y especialistas en medicina del dolor colaboran para ofrecer soluciones adaptadas a cada caso.
Un horizonte optimista
Frente a la imagen resignada de vivir para siempre con molestias, la medicina actual propone un horizonte muy distinto: la recuperación del bienestar mediante planes de tratamiento diseñados a la medida de cada persona.
La combinación de ciencia, tecnología y una visión integral del paciente abre una puerta a la esperanza para quienes conviven con el dolor lumbar o cervical, recordándonos que el camino hacia una espalda sana no es único, pero sí posible.
