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Las oficinas de farmacia españolas, desaprovechadas por el sistema público de salud
11 marzo, 2020 00:00En España existe una red de 22.000 farmacias en las que trabajan 52.000 farmacéuticos. Hay 4,7 oficinas por cada 10.000 habitantes, una red que es parte fundamental del sistema nacional de salud, aunque su anclaje no está definido del todo, lo que supone un desaprovechamiento que el país no debería permitirse. Máxime cuando se trata de un sector tan regulado por la Administración.
Las farmacias deben contar, como mínimo, con un titulado universitario al frente, mientras que la ley establece una serie de criterios, como la distancia entre ellas y la cifra de habitantes a los que atender, para garantizar la prestación de un servicio público en las mejores condiciones.
De la misma forma, en contraprestación a unas exigencias legales que limitan la competencia entre ellas, las farmacias están obligadas a ofrecer un servicio de guardias que aseguran el abastecimiento de la población a todas las horas del día, todos los días de la semana.
Descongestión del sistema público sanitario
En algunos países europeos ya se están dando pasos para aprovechar mejor la red de farmacias y aliviar la carga de trabajo del sistema público de salud. Unas iniciativas para su descongestión, especialmente útiles en episodios como el que atraviesa ahora el mundo con la pandemia del coronavirus.
A nivel nacional, ahora mismo se está desarrollando una encuesta en las farmacias para distribuir entre sus titulares un protocolo de prevención de patologías de oído, nariz y laringe para que el farmacéutico pueda recomendar medicamentos que no precisen receta y derivar al médico únicamente los casos que así lo requieran. Es uno de los trabajos con que la red puede contribuir de forma activa al sistema público sin coste adicional.
Vacunación en farmacias
Llama la atención que, a pesar de representar un elemento pilar del ciclo básico sanitario, la botica tenga limitada su actividad a la dispensación o recomendaciones sanitarias básicas. Su rol va más allá de la dispensación de medicinas. El farmacéutico cubre una actividad muy amplia que abarca desde ser guías en planes de nutrición, ofrecer consejo y educación sanitaria y detectar incompatibilidades de medicación con alimento, entre otras cosas.
El modelo francés, por ejemplo, las incluye en su último plan nacional de salud como aliado para ampliar la inmunización de la población. Países como Dinamarca, Irlanda, Malta, Portugal, Reino Unido y Suiza ya han incorporado la vacunación en las farmacias.
Ahorro en el desplazamiento
Uno de los avances que ha implementado la farmacia es la receta electrónica. Con este método los enfermos crónicos se ahorran visitas a la consulta solo para retirar periódicamente la receta.
No hay que olvidar que cerca de tres millones de personas tienen reconocida una situación de discapacidad en España, de las que 1,2 millones son mayores de 65 años y más de 500.000 son mayores de 80. Una situación de fragilidad en la que el farmacéutico puede tener un papel en el ahorro de desplazamientos, potenciando la salud y preservando recursos públicos y privados.
Una labor poco aprovechada
De hecho, el 9,5% del personal sanitario de España es un farmacéutico, sin embargo su contribución es muy limitada y sus conocimientos desaprovechados en parte.
Un reciente estudio de la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria concluye que el 90% de los ciudadanos encuestados mantiene una relación positiva con su farmacéutico y un nivel alto de satisfacción con su labor. De hecho, el 20% dice que el asesoramiento en la botica le evita siempre o frecuentemente visitas innecesarias al centro de salud, mientras que el 43% afirma que las evita en algunas ocasiones.