Cada año en Europa millones de personas y sus familias tienen que afrontar un diagnóstico tan terrible como es el cáncer. Si bien gracias tanto a los avances en diagnóstico que permiten una detección más temprana, como en el desarrollo de fármacos y tratamientos cada vez más eficaces, la mortalidad ha descendido de forma notable en los últimos años, se trata de una de las peores noticias que podemos recibir en la consulta del médico y muy difícil de afrontar.
Una vez superado el primer impacto, cuando ya sabemos en qué punto estamos y conocemos los siguientes pasos y el tratamiento que vamos a necesitar, hay otra realidad que se hace patente: el cáncer va mucho más allá de la propia enfermedad. Los tratamientos son cada vez más eficaces, pero vienen acompañados en ocasiones de efectos secundarios que pueden ocasionar lesiones, a veces irreversibles, en otros órganos de nuestro cuerpo.
Daños perjudiciales al corazón
La piel, la caída del cabello o problemas gastrointestinales son probablemente los primeros que nos vienen a la cabeza, pero hay uno que no es tan conocido y que es de los que más preocupan a los médicos: el corazón.
La oncología utiliza tratamientos combinados cuyo objetivo es destruir células tumorales. No es fácil seleccionar las células que se destruyen y hay importantes daños colaterales provocados, en el caso de la quimioterapia, por fármacos de uso muy común (por su eficacia anti-tumoral), como las antraciclinas. Por otro lado, algunas terapias se dirigen contra el sistema vascular, para evitar la irrigación de los tumores y que estos “crezcan”, lo que supone en muchos casos una agresión al sistema circulatorio.
¿Por qué es tan preocupante?
Efectivamente, el cáncer es una de las principales causas de mortalidad en el mundo, pero la enfermedad cardiovascular sigue situándose como la primera causa de muerte en nuestro país. “Hasta un 25% de los pacientes" explica el Dr. Borja Ibáñez, cardiólogo en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz y director de investigación clínica en el Centro Nacional de Insvestigaciones Cardiovasculares (CNIC), "que reciben tratamiento con algunos de los fármacos más comunes, desarrolla algún grado de toxicidad miocárdica.”
Una imagen del Dr. Borja Ibañez / Quirónsalud
El retraso en el diagnóstico de estas enfermedades ocasiona lesiones que a veces resultan irreversibles, pudiendo condenar al paciente a una insuficiencia cardiaca crónica o, incluso, a fallecer por esta complicación.
La resonancia magnética de última generación
Detectarlas a tiempo ya es posible gracias a la resonancia magnética de última generación, que ha permitido encontrar el marcador más precoz de daño, presente mucho antes de que cualquier otro marcador actualmente utilizado se viese afectado: el T2 mapping. Este hallazgo, conseguido por un equipo de investigadores del CNIC, en colaboración con Philips y la Fundación Jiménez Díaz, "permitirá identificar qué pacientes toleran bien el tratamiento con antraciclinas, aunque se hayan utilizado dosis altas y, en el caso de que haya una recaída, volver a usar esta familia de fármacos a las dosis altas que son eficientes”, continúa Ibáñez, coordinador del estudio.
Asimismo, si un paciente desarrolla este marcador de daño con menos dosis acumulada de antraciclinas, se podría aplicar un tratamiento cardioprotector preventivo o, incluso, modificar la pauta quimioterápica. "Aunque estos resultados son muy prometedores, todavía tienen que confirmarse en estudios con pacientes".
Equipo de resonancia magnética de última tecnología de Quirónsalud / QUIRÓNSALUD
Estos datos ponen de manifiesto la especial relevancia de la colaboración entre las disciplinas médicas para abordar las patologías de una manera global y multidisciplinar que garantice los mayores beneficios para el paciente, uno de los ejes principales de The Future of Cardiac Diagnosis & Treatment, jornada científica internacional sobre patología cardiovascular que Quirónsalud ha organizado en el Instituto del Corazón Teknon, de la que el Dr. Ibáñez es codirector científico y que ha abordado, entre otros temas, las aportaciones de la tecnología en el campo del diagnóstico por la imagen en desórdenes cardiológicos.
Investigación y práctica clínica en tiempo real
Sin embargo, aunque estos resultados son muy prometedores, todavía tienen que confirmarse en estudios con pacientes.
De hecho, el equipo de CNIC ha iniciado ya --en colaboración con el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz--, un ensayo clínico en personas dentro del estudio 'MATRIX', un proyecto que busca desarrollar innovadores tratamientos para la toxicidad cardiaca asociada a los tratamientos del cáncer y que, gracias a la integración de las especialidades de Cardiología, Hematología y Oncología en una misma Unidad de Cardio-oncología, facilita a los pacientes el acceso a técnicas y fármacos innovadores prácticamente en tiempo real, así como a contribuir a los avances científicos en el manejo de enfermedades de alto impacto social.
"En breve vamos a reclutar a 100 pacientes con diagnóstico de linfoma que van a recibir tratamiento quimioterápico que incluya antraciclinas a dosis altas. A todos ellos se les realizará una resonancia magnética avanzada --incluyendo secuencias novedosas desarrolladas por el grupo--, antes de cada ciclo de quimioterapia y se les monitorizará de manera muy estrecha", ha explicado el investigador del CNIC.
En conclusión, los resultados pueden servir para prevenir los graves efectos secundarios que experimentan los pacientes con cáncer cuando reciben el tratamiento y abre la puerta a posibles terapias basadas en el trasplante de mitocondrias, un tratamiento 'innovador' y 'radical' que propone 'MATRIX' y que consiste en el autotrasplante de mitocondrias sanas para remplazar a las dañadas por el tratamiento del cáncer, “algo nunca realizado antes y que sería un cambio en el paradigma en el tratamiento de las enfermedades del corazón".