La introducción de la robótica en el ámbito sanitario ha traído consigo grandes avances y ventajas en el sector médico. En la mayoría de ocasiones, la utilización de robots en el campo de la cirugía elimina el riesgo del fallo humano y permite practicar intervenciones menos invasivas, que reduce tanto el tiempo de operación como de posoperatorio. Además, esta nueva tecnología aumenta la seguridad del proceso y expulsa del quirófano cualquier tipo de improvisación.
Es el caso del equipo de neurocirujanos del Instituto Oliver & Ayats del Centro Médico Teknon de Barcelona, que ya en el año 2015 incorporó la robótica en las intervenciones quirúrgicas de cráneo y de columna. Asimismo, el grupo Quirónsalud, al que pertenece el citado hospital, también está apostando por la robótica en España y cuenta con diversos robots Da Vinci, entre otros, en sus centros.
Dos robots punteros en tecnología
En concreto, el Instituto Oliver & Ayats, del Centro Médico Teknon, cuenta con un sistema robótico estereotáctico Neuromate Renishaw para cirugías cerebrales y el robot quirúrgico Renaissance para columna. Este último ha ayudado a realizar más de 15.000 cirugías de columna vertebral en todo el mundo y un informe clínico publicado recientemente afirma que esta tecnología mejora la exactitud y la precisión de los implantes espinales con unos resultados extraordinarios.
Una imagen del robot Mazor colocado en la espalda
Por su parte, el robot Neuromate Renishaw se utiliza en epilepsias –tanto en niños como adultos–, el Parkinson y biopsias cerebrales. También se utiliza, aunque de forma menos frecuente, en psicocirugía del TOC, depresión y distonías.
Interés de los pacientes
La divulgación de las características y aplicaciones que han tenido estos sistemas robóticos en los medios de comunicación han generado un efecto llamada de pacientes al Instituto Oliver & Ayats. Según relata el Dr. Bartolomé Oliver, la robótica aporta un mayor grado de confianza a los pacientes, al ser lo más avanzado que existe en neurocirugía, pero a su vez “quieren asegurarse que la decisión final y el control de la cirugía permanece plenamente en manos del neurocirujano. Es quien depositan su confianza”, asegura el Dr. Oliver. “El robot ayuda, pero es controlado por el neurocirujano”, matiza.
“Lo que hace primero el cirujano es la planificación. El robot reproduce esa planificación con precisión submilimétrica y el acto final de colocación, sea de electrodos, sea de tornillos, siempre lo hace el especialista. La acción final de colocarlo siempre está controlada directamente por él”, explica el especialista.
Una imagen del proceso de planificación de la cirugía con el robot Mazor
Mayor precisión y seguridad
Las principales ventajas que ofrece la robótica frente a la cirugía convencional son una mayor precisión y seguridad. “El paciente se beneficia de una mayor seguridad porque hay mayor precisión. También la planificación es más precisa. No hay que hacer nada improvisado, todo está planificado previamente”, afirma.
En los casos de epilepsia, por ejemplo, el robot se utiliza entre un 20 y un 30% de los pacientes que sufren epilepsia incurable, una de las enfermedades neurológicas más frecuentes. La intervención del Neuromate Renishaw permite colocar entre 7 y 20 electrodos dentro del cerebro para determinar la zona exacta que causa las crisis epilépticas y extirparla después con precisión submilimétrica, sin riesgo para la función normal del cerebro, permitiendo curar su epilepsia: “El robot nos marca la dirección y profundidad adecuada, pero la técnica final siempre la hace el neurocirujano”, asegura el neurocirujano B. Oliver. La implantación de electrodos ya era posible sin el robot. “La diferencia radica en que el número de puntos del cerebro que se pueden estudiar es mucho menor. A su vez, la precisión del estudio también es inferior por lo que solo se pueden tratar enfermos más sencillos o fáciles”.
Éxito rotundo en pacientes con epilepsias
Una vez implantados los electrodos se registran durante los días posteriores las crisis habituales del paciente con un sistema de 256 canales de SEEG (estéreo electroencefalograma). Emilio Ayats, también neurocirujano del Instituto Oliver & Ayats, explica que mediante el SEEG se “delimita con precisión las zonas cerebrales a resecar dentro de los lóbulos temporal y frontal izquierdos. Además de comprobar por estimulación que se pueden extirpar sin afectar funciones cerebrales. El detallado plan quirúrgico de la resección cortical, que constituye una segunda operación se lleva al quirófano en el sistema de neuronavegación, que permite seguir fielmente el plan trazado”.
Gracias al Neuromate Renishaw, más del 80% de los pacientes con epilepsias lesionales del lóbulo temporal y con menos de dos años de evolución de su enfermedad se encuentran libres de crisis después de la cirugía.
Pioneros tratando el parkinson
Pero los pacientes epilépticos no son los únicos que se han beneficiado de las ventajas de la robótica. El Insituto Oliver & Ayats también fue pionero en practicar la primera intervención quirúrgica de cerebro en España a una paciente de párkinson utilizando el Neuromate Renishaw. Una operación en la que se le implantan electrodos en el cerebro para que los enfermos controlen mejor sus movimientos.
Una imagen del robot Mazor
En este caso, la gran ventaja del robot es el “aumento de la precisión respecto a las técnicas clásicas. Además de permitir que se haga la cirugía con el paciente dormido: vuelve a ser una cirugía cómoda, sin tener que enterarse de nada”. Este tipo de intervenciones en el cerebro ya se hacen en otros hospitales, pero de forma manual, sin robots, lo que obliga a que durante su ejecución se tenga que despertar al paciente para comprobar la correcta implantación manual de los electrodos. En este caso, sin embargo, tras someter el cerebro de la paciente a una Tomografía Axial Computerizada (TAC), el robot localiza las coordenadas exactas donde colocar los electrodos, uno a cada lado del cerebro, con un margen de error inferior a 0,3 milímetros, una mejora respecto al milímetro de error que se produce en una operación manual.
Desaparición del riesgo de fallo humano
En lo que se refiere a la cirugía de columna vertebral, el sistema robótico Renaissance supone una tecnología pionera en España y única existente en el sur de Europa. Este robot permite guiar al cirujano en los implantes de columna con mayor precisión y menor exposición a la radiación. Mediante este sistema el riesgo de fallo humano prácticamente desaparece. “La cirugía convencional supone un riesgo en torno al 15-20% de malposición de prótesis y con nuestro sistema robótico de columna, por la experiencia hasta ahora, supone prácticamente un 0% de riesgo” subraya el Dr. Oliver.
Este sistema robótico es especialmente útil en la cirugía de la escoliosis, la corrección de deformidades de la columna, prótesis y fracturas vertebrales y cirugías mínimamente invasivas, entre otras patologías. Previamente a la cirugía, como afirma el neurocirujano Emilio Ayats, “es necesaria la realización de un TAC lumbar para la planificación, que es trasladada al robot en quirófano que va fijado de forma estable a la columna del paciente. Esto nos permite mantener en todo momento las relaciones anatómicas y la precisión”. Una vez hecho, será el robot quien “desplazándose a lo largo de las vértebras de forma individual, practica el abordaje guiado para la colocación precisa y fiable del implante”, aclaran desde este centro clínico.
Más robots quirúrgicos en el futuro
Las ventajas del uso del robot en la neurocirugía aumentarán en los próximos años. Por ello, desde el Instituto Oliver & Ayats avanzan que están “preparando la incorporación de una asistencia robótica a la microcirugía tanto cerebral como de columna, para la resección de tumores, malformaciones vasculares, etc.”
Los Drs. Ayats y Oliver en quirófano
El Dr. Oliver augura que en el futuro “toda la cirugía de precisión sea microcirugía o implantación de dispositivos que requieran exactitud, se hará con asistencia robótica, ya que nos supera en precisión”. De hecho, vaticina que “en un futuro próximo la robótica nos permitirá que el instrumento de visión, como el microscopio, siga la mano del cirujano sin que tengamos que movilizarlo. Que permita hacer movimientos quirúrgicos mucho más complejos o en posiciones que la mano del cirujano con instrumental no llega”.
Aun así, y pese a sus virtudes, el doctor Oliver niega que la figura del cirujano pueda ser sustituida por una máquina. “Al final va a haber un responsable del acto médico y esa responsabilidad la tiene el cirujano y esto no va a desaparecer. No habrá ninguna compañía que fabrique un robot, que asuma la responsabilidad del médico en todos sus actos”, sentencia el neurocirujano.