La esclerosis múltiple es una enfermedad neurodegenerativa inflamatoria y crónica del sistema nervioso central que, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), afecta a 47.000 personas en España, a 700.000 personas en Europa y a 2,5 millones de personas en todo el mundo. Además, cada año se diagnostican 1.800 nuevos casos en nuestro país y es una de las enfermedades neurológicas más comunes entre los jóvenes.
Con motivo del Día Mundial de la Esclerosis Múltiple que se celebró el 31 de mayo, el doctor Pablo Nieto González del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, integrado en la red sanitaria pública de la Comunidad de Madrid, explica que “la esclerosis múltiple es una enfermedad de gente joven. La mayoría de los diagnósticos se dan entre los 20 y los 40 años, siendo más frecuente en las mujeres. Supone la primera causa no traumática de discapacidad entre adultos jóvenes y mediana edad y ahí es donde radica su importancia”. A este hecho hay que añadir que “su pronóstico es impredecible, por eso se la llama la "enfermedad de las mil caras". Es cierto que existen una serie de factores al inicio de la patología que nos permiten intuir si el pronóstico va a ser mejor o peor, pero luego cada paciente evoluciona de una manera distinta”, matiza el neurólogo.
La investigación sobre la esclerosis múltiple ha avanzado de forma considerable, lo que ha contribuido a diagnosticar la enfermedad de forma precoz y a la aparición de fármacos más eficaces y con menos efectos secundarios. En este sentido, el doctor Pablo Nieto González añade que “hay que pensar que hasta 1993 no se disponía de ningún tratamiento efectivo para controlar la enfermedad, pero en los últimos años se han desarrollado múltiples fármacos cada vez más efectivos y específicos que intentan enlentecer la progresión de la enfermedad o silenciarla”.
Menos brotes y síntomas
En concreto, prosigue el especialista, las nuevas armas terapéuticas “buscan reducir los brotes y síntomas que puedan tener los pacientes y la acumulación de discapacidad a largo plazo. Además, ya no hablamos sólo de tratamientos inyectables de manera subcutánea que fueron los primeros que llegaron, sino de tratamientos orales o, incluso, tratamientos que se administran de manera intravenosa una o dos veces al año, y eso también contribuye a mejorar la calidad de vida”.
Asimismo, “el desarrollo de nuevas técnicas de imagen por resonancia magnética y la mejora de los criterios para diagnosticar la enfermedad han contribuido al aumento de casos detectados. Y, cuanto antes se diagnostique la enfermedad, antes se podrá iniciar un tratamiento y podrá ser más adecuado para cada paciente”, concluye el doctor Pablo Nieto González.