La contaminación del aire en las ciudades es una de las principales preocupaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de los organismos gubernamentales de la Unión Europea. Según estimaciones reales, cada año mueren prematuramente en Europa 400.000 personas por problemas respiratorios y cardiovasculares y varios millones padecen enfermedades que se derivan de la mala calidad del aire que respiran.
En España, la contaminación se traduce en cerca de 30.000 muertes prematuras al año, según un informe que presentó el año pasado a la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA). La causa principal es el transporte por carretera, responsable de más del 65% de la contaminación urbana.
Una alternativa ecológica
En España, el problema radica principalmente en las dos grandes ciudades, Madrid y Barcelona, donde se concentran un mayor número de población y de movilidad logística.
En el caso de ciudades más pequeñas se están tomando medidas drásticas respecto al acceso de vehículos al centro, mientras que en Barcelona y Madrid, además de aplicar medidas para restringir la circulación, se desarrollan también proyectos para el fomento del transporte público y de vehículos más respetuosos con el medio ambiente que utilicen fuentes de energía más sostenibles.
Entre los combustibles alternativos más populares se encuentran las tecnologías desarrolladas en los vehículos eléctricos o los híbridos. No obstante, el gas natural ha obtenido un gran protagonismo en los últimos años. Actualmente, es el combustible alternativo más utilizado en España en automoción, según la Asociación Ibérica de Gas Natural para la Movilidad (Gasnam).
Como combustible, es la fuente de energía más limpia, menos contaminante y con menor contenido de carbono de todos los combustibles fósiles. Según el estudio El papel del gas natural en una economía española baja en emisiones, elaborado por KPMG en colaboración con Sedigas, esta energía mejora la calidad del aire porque los vehículos, en comparación con los de diésel, emiten un 60% menos de óxidos de nitrógeno (NOx), un 97% menos de dióxido de azufre (SO2) y un 93% menos de partículas en suspensión (PM), que están estrechamente relacionadas con problemas de salud respiratorios. Además, reducen casi a cero las emisiones de dióxido de nitrógeno (NO2), componente que también determina la mala calidad del aire en las ciudades.
Las rondas de Barcelona colapsadas por el tráfico
Eficiencia contra el cambio climático
El gas natural es también una de las soluciones más eficientes para luchar contra el cambio climático. En comparación con los vehículos tradicionales, los vehículos propulsados con esta energía emiten un 20% menos dióxido de carbono (CO2), el principal causante del efecto invernadero. Además, “su utilización es clave para la descarbonización del transporte, ya que reduce las emisiones de gases de efecto invernadero un 23% comparadas con la gasolina, y un 7% comparadas con el diésel”, según el estudio Greenhouse Gas Intensity of Natural Gas (NGVA Europe).
En el caso de Madrid y Barcelona, “la sustitución del 5% del parque de vehículos pesados y turismos de diésel por un parque de gas natural supondría una reducción de emisiones de todos los componentes contaminantes de entre un 1,5% y un 5%”, según el informe de Calidad del aire en las ciudades españolas: Transporte urbano, sector residencial y terciario, que propone al gas natural como solución para una reducción drástica en la contaminación del aire de las ciudades españolas.
Fomento y aceptación social
En España, las matriculaciones de vehículos propulsados con gas natural aumentaron un 133% en 2016 y, anualmente, sustituyen 142.000 toneladas de diésel, según datos de la Gasnam. En el ámbito global la cifra de vehículos es bastante superior. En todo el mundo hay actualmente más de 22 millones de coches que funcionan con gas natural, según NGVA Europe, que prevé que esta cifra alcance los 200 millones en 2030.
Desde hace años, estos vehículos están presente en diversos países del mundo, especialmente en Latinoamérica, pero también en muchas regiones de Europa, como por ejemplo Italia.
En España ha crecido paulatinamente y cada vez goza de mayor relevancia al ser, en comparación con los combustibles tradicionales, un combustible más limpio y respetuoso con el medio ambiente, así como también más económico (cuesta un 30% menos que el gasóleo y un 50% menos que la gasolina).
A diferencia de los vehículos eléctricos, el gas natural vehicular es una tecnología ya madura, real y aplicable desde turismos, hasta camiones pesados, barcos o trenes. España dispone en la actualidad de 117 estaciones de servicio que suministran esta energía para vehículos, aunque sólo 52 son de acceso público. Este número crece cada mes, y se espera la apertura de 20 estaciones públicas más próximamente con el objetivo de avanzar con lo establecido en la Directiva Europea de Infraestructuras de combustibles Alternativos (Directiva 2014/94/UE), que, entre otras acciones, impulsa medidas concretas para asegurar la creación de una infraestructura que garantice el suministro de gas natural en el sector transporte en los estados miembros de la Unión Europea.
La gama disponible de vehículos que funcionan con esta nueva fuente de energía es cada vez mayor, y muchos fabricantes automovilísticos ya cuentan con estos modelos en sus catálogos. Además, los vehículos propulsados por esta energía cuentan con el distintivo ECO de la DGT, que conlleva ventajas en los episodios de alta contaminación en las grandes ciudades.
Un autocar en aceleración contaminando la ciudad
Barcos y trenes
Promover el gas natural vehicular como herramienta de transición en el transporte pesado por carretera es también una de las recomendaciones de la consultora Deloitte para avanzar hacia un modelo energético descarbonizado. En su informe Un modelo energético sostenible para España en 2050, la firma propone hasta catorce medidas. De todas ellas, destacan la reducción de emisiones en el sector residencial y servicios o la sustitución del consumo de productos petrolíferos en el transporte marítimo y ferroviario.
“El transporte por ferrocarril, marítimo y aéreo nacional emite alrededor de 6 MtCO2 equivalentes a la atmósfera”, señala el mismo informe, que apunta a la adopción del gas natural como combustible alternativo para reducir notablemente las emisiones a la atmósfera, hacer más competitivo el transporte y, por extensión, la industria.