La receta de la abuela de Girona para los días de frío que sorprende a todos: el plato más surrealista
El embutido catalán hecho con los ingredientes más extraños y nada típicos para un alimento salado
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La butifarra dulce es uno de los platos tradicionales más emblemáticos de la gastronomía catalana, especialmente, popular durante la Navidad y las festividades de invierno. A pesar de compartir nombre con la conocida butifarra (el embutido salado), esta tiene una receta, completamente, diferente, tanto en ingredientes como en sabor.
La preparación de la butifarra dulce es algo artesanal. Se hace con carne de cerdo picada, a la que se le añaden ingredientes como canela, clavo, anís, y a veces, incluso, almendras o cáscara de naranja, creando una combinación de sabores que la hace única y deliciosa. Este embutido se embute en una tripa natural, como cualquier otra butifarra, pero se cuece de una manera más suave y su sabor se caracteriza por ser mucho más suave y menos salada; con un toque especiado y un regusto dulce. En algunas variantes, incluso se le puede añadir chocolate o miel.
Origen de la butifarra dulce
La butifarra dulce está hecha de carne picada de cerdo, azúcar y limón, además que cuando se cuece se queda caramelizada y hace que sea la más curiosa del mundo.
En otras culturas, hay embutidos con un punto de dulce, como en Soria, las Canarias y Galicia. Igualmente, en Córcega o Francia hay butifarrones que pueden tener frutos secos y, por tanto, tener un punto dulce. Pero, en todos estos casos, es un dulce limitado, que hace que nunca nadie lo haya comido como unos postres.
La ciudad de Girona es el epicentro de esto, y no el Empordà como se cree. También, se dice que se hace a la brasa, cosa que no se ha visto nunca, puesto que la gracia de este embutido es el azúcar que suelta.
La mezcla de dulce y salado es un gusto de origen romano y medieval y se encuentra en otras culturas, pero es muy característica de la cocina de los Países Catalanes.
La butifarra dulce, literariamente, es descrita por primera vez por Ferran Agulló (en los años 30) y también por Josep Pla, el cual le atribuye un origen monacal -a pesar de que no hay pruebas-.
Múltiples recetas
Si las queréis comer a la brasa tenéis que ir al restaurante: La Fortaleza, pero ¿cómo las hacen? Las cocinan con agua y grasa y, al final se ponen unas rebanadas de pan y quedan caramelizadas. Esto de añadir garnacha, limón y cáscara de limón, es una práctica de los cocineros. Hay otros que añaden mantequilla.
Una abuela del Empordá ideó añadirle manzana, receta recogida por primera vez en La cocina gerundense. También, se puede hacer con guisantes (antigua receta de Girona) y, actualmente, se hacen canapés y salchichas, así como cordero relleno y otros platos.
El comentario más repetido de gente de otros lugares es: "resulta muy brillante" y en cuanto al gusto, encuentran que es un alimento extravagante y surrealista. No es extraño que a Dalí le encantará y obligara a comerlo a sus amigos de Madrid (en el Restaurante Ca la Teta, de Figueres) mientras hacia el Teatro-Museo, cosa que los asustaba; tal y como se explica en el libro Dalicatessen.
Ha sido objeto de campeonatos, con ocasión del Año Dalí en Figueres, donde se hizo la butifarra dulce más larga del mundo.