Adrià Carulla, fundador de Promofarma y administrador único de Dolby XXI y Dat Operations
El espíritu emprendedor es siempre bienvenido en una economía de mercado. Y más, cuando las operaciones del pasado se han saldado con un rotundo éxito. En el caso de una saga empresarial como la de los Carulla, fundadores del imperio Agrolimen, la figura de Adrià Carulla Ruiz, miembro de la tercera generación, ha sobresalido sobre el resto por su capacidad y olfato para los nuevos proyectos.
Pero, sobre todo, lo ha hecho por haber promovido un estilo diferente a la hora de invertir, dejando a un lado las convenciones y las tradicionales operaciones de ‘cortar el cupón’; con una apertura a las nuevas tecnologías, a lo que estaba por venir o acababa de llegar, a las inversiones alternativas.
No obstante, la mirada hacia un ámbito como el de los criptoactivos merece una visión teñida con una buena dosis de prudencia. Se trata de un entorno con muchos recodos aun por descubrir, con una volatilidad que desafía permanente las leyes de la gravedad. Y, además, con un marco normativo aun por definir en muchos aspectos.
El de los activos digitales se ha convertido desde hace tiempo en un asunto de Estado. Y el escenario geopolítico mundial tampoco aconseja llevar a cabo aventuras demasiado arriesgadas. Siempre con la vista puesta en que las apuestas exitosas y las operaciones que se estudian en las escuelas de negocio fueron aderezadas con notables ingredientes de riesgo, la prudencia suele ser buena consejera, especialmente en tiempos convulsos.