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Junts atraviesa una de sus mayores crisis y, lejos de atajarla, da patadón hacia delante y culpa a los demás. Su secretario general, Jordi Turull, da palos de ciego en su estrategia, y los seguirá dando.

La última idea brillante del político indultado es responsabilizar al president Salvador Illa del naufragio de la delegación de competencias en materia de inmigración y del resto de males que vengan de su relación con el PSOE.

Con tal de mantener a Carles Puigdemont al frente --quien se resiste a apartarse de la presidencia, como piden cada vez más voces internas-- los neoconvergentes pretenden ahora meter al Govern en la ecuación.

Las relaciones con los socialistas catalanes determinarán también las negociaciones con los socialistas en Madrid, y viceversa, o al menos eso harán ver, dentro de sus limitaciones. Y, bajo la amenaza de dejar caer al presidente Pedro Sánchez, Junts tratará de influir en el Ejecutivo catalán, cuando viene de brindar una oposición inexistente.

Mientras tanto, Turull ya allana el terreno con un ultimátum. Ayer martes aseguró que tomarán una decisión sobre su apoyo al Gobierno en otoño, "antes de comer los turrones", y en una fase clave en la negociación por los Presupuestos Generales del Estado.