Hacia el final de mi adolescencia, se me ocurrió la idea peregrina de que igual conseguía ganarme la vida como guionista de comics. A tal fin, me acerqué un día por la hoy extinta editorial Bruguera con unos guioncillos breves a ver si sonaba la flauta y me fichaban.
Me recibió el responsable de guiones de la casa, me trató con mucha amabilidad, me explicó todo lo que no funcionaba en mis obras maestras y por qué y, finalmente, me señaló la puerta de su despacho tras decirme que no perdiera la esperanza y perseverara en el asunto.
Ese amable empleado de la casa madre de Mortadelo y Filemón y el Capitán Trueno era el escritor Andreu Martín (Barcelona, 1949), al que la Setmana del Llibre en Català acaba de otorgar un premio por toda su trayectoria literaria del que me alegro mucho (Andreu es un tipo encantador, como tuve ocasión de comprobar más adelante, cuando me lo cruzara frecuentemente por la ciudad en asuntos relacionados con los libros y los tebeos).
En 1980, nuestro hombre publicó la que me sigue pareciendo una de sus mejores novelas negras, Prótesis, que sería llevada al cine en 1984 por Vicente Aranda con el título de Fanny Pelopaja y un elenco hispano-francés. Desde entonces, Martín no ha parado de publicar, pues además de escritor es grafómano.
En colaboración con Jaume Ribera, escribió 12 aventuras del detective adolescente Flanagan entre 1987 y 2009. Y su relación con el cine no se quedó en la adaptación de Prótesis: Andreu escribió dos guiones para Fernando Colomo --Estoy en crisis (1982) y El caballero del dragón (1985), que le sirvió al director para redactar un magnífico obituario de su protagonista, Klaus Kinski (enfrentado nada menos que a Miguel Bosé), titulado Descansemos en paz-- y dirigió una película, Sauna, basada en la novela de María Jaén Amorrada al piló.
El grueso de su obra, claro está, se encuentra en la literatura policiaca, que, según él, consiste en hablar de cosas que nunca desearías que te ocurrieran en tu vida. A libro (o más) por año, Martín parece haber heredado la eficacia prolífica de Georges Simenon. No sé si no volvió al cine porque le desagradó la experiencia o porque, como me ocurrió a mí, nunca consiguió levantar su segundo proyecto (se lo preguntaré cuando me lo cruce).
Escritor que escribe indistintamente en castellano y en catalán (madre catalana, padre de Zamora) y defensor absoluto de la cultura popular, esa que incluye al cine y a los comics, Andreu Martín se ha consagrado como el autor barcelonés por excelencia de la novela negra (sobre todo, desde que nos dejó Manuel Vázquez Montalbán). Detecto la presencia de Carlos Zanón soplándole en el cogote, aunque éste publica a un ritmo más pausado.
Andreu nunca se ha dado importancia. No es de esos escritores que ponen los ojos en blanco al hablar de su OBRA. Él, simplemente, escribe y publica sus cosas, y cuenta con un público que le responde de forma satisfactoria.
¿Carece de ambición? No exactamente, aunque sí tiene un punto de trabajador de la literatura, un trabajo que le gusta mucho y al que dedica todas las horas que puede, ya que, ¿dónde vas a estar mejor que delante del ordenador?
