El alcalde de Cunit, Jaume Casañas, se ha hecho suya la lucha contra el incivismo de aquellos vecinos que tiran la basura a la calle. El edil de Impulsem Cunit, espacio vinculado a Junts, ha demostrado mano dura con una oleada de sanciones de 300 euros sobre aquellos que no depositan las bolsas en los contenedores y que generan situaciones desagradables en el municipio. Incluso ha ordenado a operarios municipales y a agentes de la Policía Local a rebuscar en la basura para localizar a los incívicos.
Con independencia de la mala educación de parte de la población, esta es una localidad catalana más a la que se le descontrola la gestión de los residuos, después de que ya le haya pasado algo similar a Girona. Si bien el consistorio de Cunit debe perseguir acciones sancionables por el incumplimiento de la normativa y la generación de insalubridad, debe recordar también que lo que acontece en sus calles es resultado de una infructuosa transición de un modelo de recogida a otro.
El municipio instaló hace un año contenedores inteligentes que obligan a sus vecinos a sacar la basura unos días determinados de la semana en función de la fracción de la que se trate. Un sistema que ha degenerado con la llegada del verano, cuando el calor hace que los vecinos tiren sus desechos cada día para evitar malos olores en casa, al tiempo que la población se multiplica por 2,5 hasta las 40.000 personas, como tantos otros destinos costeros en periodo estival. Por lo que Casañas haría bien de repensar el modelo y acometer las modificaciones necesarias para no poner en un brete a sus conciudadanos.
