Publicada

¿Y si dejamos en paz a Rosalía?

El diseñador mallorquín Miguel Adrover (Calonge, 1965) es un espíritu libre del mundo de la moda que siempre ha ido a su bola y siempre se ha manifestado en contra de los aspectos más frívolos de su oficio.

Instalado en Nueva York desde los años 90, aunque vuelve a estar en su Mallorca natal, donde cultiva su imagen esquiva no teniendo teléfono móvil (cuando le concedieron el Premio Nacional en 2018, costó Dios y ayuda localizarlo), nuestro hombre ha puesto en marcha una serie de iniciativas laborales de las que se descolgaba cuando consideraba que se le estaban desmandando o cuando sus financiadores se retiraban por lo presuntamente transgresor de sus propuestas.

Sus dos principales espantadas fueron una fuga a Egipto, donde trabajó de taxista en Luxor, y un regreso a Mallorca para hacerse cargo del bar de su abuelo. Quien quiera saber más sobre él puede ver el documental de Filmin The designer is dead, estrenado el pasado viernes.

Miguel Adrover ha sido noticia por persona interpuesta: la cantante Rosalía. Resulta que Rosalía le encargó un vestido y que Adrover le dijo que no porque no se había manifestado públicamente contra la desfachatada matanza que el animal de Bibi Netanyahu está perpetrando en Gaza.

Pasmada, intuyo, Rosalía ha tenido que publicar un comunicado diciendo que está en contra de la carnicería, aunque no lo hubiese dicho en voz alta, y le reprocha al diseñador que la tome con ella, que ni pincha ni corta en el asunto (como todos nosotros), en vez de dirigir sus dardos hacia los responsables del desaguisado.

Hay quien dice que este escandalillo es un truco del señor Adrover para darse aires de grandeza a costa de una chica a la que le van las cosas muy bien, aunque puede que esté tan indignado con lo de Gaza que la haya tomado con Rosalía para que veamos que él no diseña nada para cómplices de la represión y la barbarie (como si ella fuese tal cosa).

En cualquier caso, me temo que ya estamos todos muy cansados de sermones pogresistas que no vienen a cuento. Rosalía y Adrover son conocidos (ella más que él) por lo que hacen, que está muy bien, pero ninguno de los dos necesita ir por ahí enarbolando banderas y dando lecciones morales que nadie les ha pedido.

¿Por qué debería haber declarado espontáneamente Rosalía su oposición a la política de Netanyahu? De hecho, ¿por qué lo ha de hacer Miguel Adrover? ¿O cualquiera de nosotros, de Greta Thunberg a los firmantes del penoso manifiesto a favor de Pedro Sánchez?

¿Pero quiénes nos hemos creído que somos los que no pintamos nada en el devenir de la historia y que a lo máximo que podemos aspirar es a seguir con nuestras cosas y a que nuestros políticos no nos roben? ¿Acaso se acabará la destrucción de Gaza si Rosalía, Adrover o yo mismo salimos al balcón con una bandera palestina y gritamos que Alá es grande?

Lo mejor que podríamos hacer es dejar de sermonearnos unos a otros, ¿no cree, señor Adrover?