Ángel Castro Sánchez lleva toda la vida en Candelsa. Está a punto de cumplir 23 años --los últimos ocho, como director general-- en una compañía que tiene medio siglo de existencia. Conoce bien la casa y debería conocer mejor el sector del electrodoméstico.
Cuando asumió las nuevas responsabilidades, ya en el lejano 2017, dijo que lo hacía con "responsabilidad" y con ganas de llevar a cabo "nuevos proyectos de futuro". Unos proyectos en todo caso ambiciosos, expansionistas, y que durante años han dado sus frutos, y que hay que valorar como merecen. Pero no ahora.
Candelsa opera en Cataluña, Baleares, Aragón y otras regiones, y presta servicio desde Castellar del Vallès (Barcelona) a 250 establecimientos de las marcas Euronics, Tien 21, y Miró. Y es precisamente esta última, que Candelsa adquirió por completo a principios de año, la que ha terminado por arrastrar al grupo.
Hoy, la Candelsa de Castro suspende pagos en Barcelona apenas un año después de presumir de expansión. Unos problemas que le han costado disgustos en los últimos meses y que dejan a la compañía entre la espada y la pared, sin capacidad de adaptación a un entorno tan cambiante como el actual.
