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Como el común de los trabajadores, Montserrat Viladomiu tiene todo el derecho del mundo a gozar de unos días de asueto en verano. La directora general interina de la Fundació Vila Casas se ha marchado al Japón a relajarse y a afrontar el nuevo curso con energías renovadas

Nada polémico, salvo por el hecho de que la entidad filantrópica que dirige desde junio se ha sumido en una colosal crisis sin parangón que acaba de cobrarse otro capítulo: el despido del segundo financiero en poco más de un mes. 

Además, el organismo de apoyo a los artistas contemporáneos se está apartando de esta labor filantrópica para centrarse en otra, lo que genera dudas en su perímetro. Súmenle despidos y bajas médicas a ello y los ingredientes para una auténtica cuita interna están servidos. 

Por ello, lo cuestionable no es que Viladomiu viaje a Japón o haga lo que le plazca, sino que lo haga en un momento muy delicado de la que es la fundación más importante de mecenazgo de arte hipermoderno de Cataluña. 

El gran empresario y mecenas Antoni Vila-Casas ideó una Fundación que se está desmoronando cada día que pasa. Al menos en cuanto al equipo, reputación y rumbo. Y su nueva directora general interina, que es su hijastra, opta por marcharse a Japón y contratar a una coach para abordar la trifulca interna. 

Seguro que habría otros métodos de resolución de conflicto, y otros momentos para cogerse unos días lejos del mundanal ruido. Los actuales no parecen los más apropiados, a tenor de la reyerta interna en la que fue la asociación-epítome de la filantropía burguesa.