El irlandés Michael O´Leary (Mullingar, 1961), roñoso extorsionador al frente de Ryan Air, es uno de los sujetos más irritantes con los que uno se ha topado en la pantalla de su televisor. Azote de pasajeros y huelguistas, considera que ambos sectores de la sociedad merecen ser tratados a patadas a cambio de unos vuelos baratos en los que, según él, no se pueden ni exigir las más mínimas condiciones de la Convención de Ginebra. Cada equis tiempo, efectúa unas declaraciones en las que queda meridianamente claro el asco que experimenta hacia sus clientes, sus trabajadore y la humanidad en general. Ahora le han salido con que se está pasando tres pueblos con la pasta
que cobra por las maletas, y él ha respondido con su arrogancia habitual que, dado el precio de los billetes, hay que incrementar los beneficios sangrando al viajero por otros medios: de ahí la pasta que te saca con las maletas de marras (te cobra hasta la bolsa que llevas en cabina).
El señor O´Leary, versión en extremo desagradable del tío Gilito, estudió en una escuela de negocios y se las apañó para conocer al jefazo de Ryan Air, del que se convirtió, primero, en asesor financiero y, luego, en mandamás de su cutre compañía de aviación. En Ryan Air lo adoran porque es insuperable a la hora de pagar poco y ganar mucho. Estamos hablando de un avaro profesional que fue capaz, en el año 2004, de instalar un tacógrafo en su coche para que lo consideraran un taxi, con el ahorro que eso comportaba. Estamos hablando del tipo que tuvo la brillante idea de quitar los asientos del avión para que la gente viajara de pie, como en el autobús (así incrementaba el
número de secuestrados y el dinero que les podía sacar), epifanía que, afortunadamente, no fue compartida por la autoridad competente.
El infame Michael O´Leary tiene por costumbre pasearse por España como Pedro por su casa, personándose en el ministerio a abroncar ministros (siempre en inglés, no sabe que aquí hablamos otro idioma) y amenazando a gobiernos autónomos de que su cutre línea dejará de volar desde nuestro país (esto suele arreglarse con algún sobornillo de la Generalitat). Cuando está en
su despacho de Dublín, dedica todo su tiempo a inventar nuevas maneras de jorobar a sus clientes y de maltratar a sus empleados, todo ello en bien del ahorro y los beneficios de su querida empresa.
Ahora se ha sabido que, de los 13.400 millones ganados por Ryan Air en el 2024, casi 4.300 lo han sido gracias a los complementos añadidos por el uso de maletas, las consumiciones a bordo y todo tipo de chanchullos de esos que consiguen que el precio de los vuelos anunciado nunca coincida con lo que acabas pagando. Su respuesta ha consistido, una vez más, en enviarnos a todos al carajo y retarnos a ver si encontramos una aerolínea más barata.
El señor O´Leary nunca ha oído ese adagio español que afirma que lo barato sale caro.
