
El presidente del BBVA, Carlos Torres, en una comparecencia corporativa
Los accionistas del BBVA no podrán reprochar a su presidente falta de tesón para lograr un objetivo tan ambicioso como culminar una gran operación corporativa: la absorción del Banco Sabadell. Pero lo cierto es que, a día de hoy, Carlos Torres parece haber llevado a la entidad a una suerte de callejón sin salida.
Desde el inicio de la operación, el mercado se mostró sorprendido de que aglutinara tantas opiniones en contra, desde los más diversos ámbitos del panorama socioeconómico como patronales, sindicatos, Administraciones, partidos políticos y grupos de interés.
Ha dado siempre la sensación de que el acercamiento y posterior OPA sobre el Banco Sabadell no ha contado con un “trabajo de campo” previo que hubiera ofrecido como respuesta al ejecutivo la necesidad de preparar algo más el terreno antes de dar el paso definitivo.

El presidente del Banco Sabadell, Josep Oliu (i), y el presidente del BBVA, Carlos Torres Vila (d), se saludan en el Ministerio de Economía
Después, es cierto que Torres lo ha intentado, con frecuentes visitas a Barcelona, y diversas reuniones con grupos de poder e influencia. Pero, quizá, ya era tarde. Aquel propósito original de tratar de convencer al Gobierno para que se fijara en las bondades de la operación y depusiera de su rechazo a la OPA se ha encontrado con un golpe en la línea de flotación de los planes del banco por parte de Moncloa.
Difícil tarea a partir de ahora, la de tratar de salir del laberinto y resolver una situación que no ha hecho más que enquistarse a medida que pasaba el tiempo. Una nueva demostración de que en una pelea de uno solo contra el mundo, es éste el que suele resultar ganador.