La eurodiputada de Podemos, Irene Montero, en una imagen de archivo

La eurodiputada de Podemos, Irene Montero, en una imagen de archivo Europa Press

Examen a los protagonistas

Irene Montero

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La ciudadanía de Cataluña volvió a disfrutar ayer de una jornada de Sant Jordi ejemplar por su civismo. Por un día, la festividad del libro y de la rosa dejó en segundo plano la habitual crispación generada por buena parte de la clase política de este país, aunque algunos de sus más insignes representantes no pudieron evitar repetirse en sus cansinas soflamas.

Tal fue el caso de la eurodiputada de Podemos Irene Montero, que se presentó en Barcelona para promocionar un libro de su autoría y, de paso, proferir sus consignas de siempre. Aferrada a una retórica engañosa y supuestamente antibelicista, la dirigente de la formación morada aprovechó la ocasión para cargar contra el Gobierno por su intención de destinar un 2% del PIB a Defensa, tal como la UE recomienda a sus socios comunitarios.

Un dispendio que se enmarca en un contexto internacional complicado, a raíz de la invasión rusa de Ucrania. Algo que, bajo el peculiar punto de vista de Montero, supone "cumplir al dedillo con las órdenes de Donald Trump y la OTAN".

El discurso pretendidamente pacifista de la hoy eurodiputada resulta, cuando menos, muy poco creíble, habida cuenta de su habitual silencio, y el de su partido, sobre la brutal agresión cometida por el régimen del presidente ruso Vladímir Putin contra un país soberano como Ucrania y su ciudadanía. Algo sobre lo que Montero debería reflexionar y poner más el foco, por más que la autocrítica -como ya se vio durante su etapa como ministra de Igualdad- no sea su punto fuerte.