Javier Cercas, en una entrevista con 'Letra Global'

Javier Cercas, en una entrevista con 'Letra Global'

Examen a los protagonistas

Javier Cercas

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Estar en el punto de mira del independentismo más sectario suele ser síntoma de buen hacer incluso en la Cataluña del post-procés, la que hoy celebra el primer Sant Jordi sin secesionistas en el Govern tras diez agotadores años y aspira a vivir libremente su fiesta, la de tothom.

El periodista y escritor Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) participó ayer en un coloquio en el Palau de la Generalitat junto a Salvador Illa en el marco del programa Les Veus de Sant Jordi, un altavoz que un novelista de su trayectoria y alcance no necesita, pero que aprovechó para, bendita actualidad, hablar de su libro.

El loco de Dios en el fin del mundo expone, brillantemente como casi siempre, las reflexiones del papa Francisco en su último viaje a Mongolia. 

Este último trabajo de Cercas, entre el ensayo y la reflexión personal, es un serio candidato a venderse en masa en la jornada de hoy, donde no siempre han sido bienvenidos los autores decididos a plantar cara al nacionalismo. El extremeño --y catalán de adopción, como constata el impecable uso de su lengua oriunda que exhibió junto a Illa en el Palau- no titubeó a la hora de hacerlo, especialmente durante los años más oscuros del fracasado procés.

Tampoco el gran tema le ha sido ajeno a su pluma, que desacomplejadamente dio vida a magníficas obras como Terra Alta o Independencia, "innecesarias" para muchos, pero "obligatorias" para un Cercas que también metió el dedo en la llaga del 23F (Anatomía de un instante) o de la Guerra Civil Española (Soldados de salamina), entre tantos otros arriesgados asuntos abordados con valentía, agudeza y, para colmo, alta literatura.

Como era de esperar, el independentismo censuró su participación en la víspera de Sant Jordi acusando al novelista de fascista, por aquello de carecer de la más mínima imaginación y meter a todo lo hispano que se deje ver por Barcelona y alrededores en el mismo saco. Cercas, a lo suyo y cobijado esta vez por un Govern con urgencias por legitimarse entre el constitucionalismo, se limitó a ensalzar Sant Jordi, que era un poco el plan.

"Es única en el mundo y prácticamente un milagro", aseguró el escritor, "la fraternidad, la convivencia y el sentimiento de comunidad que se genera cada 23 de abril es la mejor receta contra los males de nuestros tiempos". Casi mordiéndose los labios, tras una agradable charla sobre religión, cultura y poco más, quiso especificar uno de ellos: "Sense dubte, el nacionalisme".