Mickey Rourke

Mickey Rourke

Examen a los protagonistas

Mickey Rourke

Publicada

El elefante en la cacharrería

Hace tiempo que el pobre Mickey Rourke (Schenectady, Nueva York, 1952) está para sopas. Quien fue un actor prometedor en los años 80, no paró hasta echar su carrera a los cerdos, ya fuese metiéndose a boxeador en unos combates en los que solían darle más palos que a una estera, o sometiéndose a una serie de operaciones de cirugía plástica a cargo, aparentemente, de distintos veterinarios (o del mismo, si te dejan hecho un asco y vuelves a por más).

En pocos años, nuestro hombre pasó de participar en películas importantes o taquilleras a hacerlo en fistros para la televisión por cable o el videoclub. Finalmente, optó prácticamente por desaparecer, diciendo que no se solía llevarse bien con los directores, que tenía muy poca correa y siempre se las acababa teniendo con ellos.

Su aparición más reciente está teniendo lugar en la edición británica del programa de televisión Gran Hermano, donde ya ha conseguido liarla hasta tales extremos que está en marcha una campaña de los fans del reality show para que lo echen a patadas.

Físicamente, el hombre está más desfigurado que nunca, lo cual nos revela que sigue alimentando a su veterinario favorito. Ya ni siquiera parece un ser humano, pues está a medio camino entre una figura de cera del museo de Madame Tussaud y un moñeco. Sartorialmente, también da asco verlo, pues luce un ridículo sombrero de cowboy y una ropa apretada a más no poder que no puede sentarle peor. Es decir, que basta con su presencia física para resultar objetivamente desagradable. Pero, no contento con eso, el chaval se esfuerza por quedar como un cochero en cuanta oportunidad se le presenta.

Nada más estrenarse en el programa, se quedó mirando fijamente a la presentadora durante un lapso de tiempo digamos excesivo, actitud que combinó con una mueca modelo Te voy a poner mirando hacia Peoria, Illinois que no hizo ninguna gracia a la presunta admirada. Luego entabló conversación con una concursante lesbiana y le dijo que él le quitaría esas tonterías sáficas en una sola noche. Finalmente (hasta el momento), le espetó a otra concursante a la hora del desayuno que cocinaba con el culo, arrojando a ésta a un mar de lágrimas.

Como la del desayuno, desconocida en España, pero un tesoro nacional en Inglaterra, es especialmente querida por el público, se ha recrudecido la campaña para desalojar al bueno de Mickey, que no entiende de corrección política y otros extremos woke (o que es un gañán y un grosero).

Yo espero que se quede, ya que aún no ha podido darlo todo y espero con ansia su rifirrafe con un ex diputado conservador, pero gay y con una peluca grotesca que le confiere cierto parecido con el llorado Benny Hill, que no creo que tarde mucho en estallar: después de liarla con una lesbiana, solo le falta hacer lo propio con un homosexual. Se habla de que ha cobrado medio millón de libras, así que la productora intentará mantenerlo en el programa todo lo que pueda para recuperar la inversión. Y porque, reconozcámoslo, los bocachanclas son mano de santo para este tipo de entretenimientos.