El presidente de Caixabank, Tomás Muniesa / CAIXABANK

El presidente de Caixabank, Tomás Muniesa / CAIXABANK

Examen a los protagonistas

Tomás Muniesa

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Para Tomás Muniesa hubiera sido más sencillo estrenarse como presidente de Caixabank en una junta de accionistas con un discurso amable, con la base de los que han sido los resultados más elevados de la historia de la entidad y de una rentabilidad más que notable en bolsa, prueba del respaldo de los inversores a la gestión. Pero también hubiera sido notablemente irresponsable, dado el más que complejo contexto geopolítico en el que se mueve el mundo en la actualidad.

No ha querido Muniesa huir de la realidad ni esquivar conceptos como "incertidumbre", "riesgos", "polarización", "populismos", "extremismos"... ni tampoco realidades como que "nos jugamos mucho en Europa" durante los próximos años.

El presidente de Caixabank ha hecho hincapié en asuntos capitales en los que, en efecto, el Viejo Continente se juega recuperar su hegemonía, so pena de estar condenado durante largo tiempo a un segundo plano en el que las principales decisiones las van a tomar otros.

En este punto, las alusiones al exceso de regulación y a la necesidad de dar un impulso a la productividad han sido especialmente oportunas. Todo ello, sin caer en catastrofismos ni en algo que pudiera sonar a excusa para justificar un eventual comportamiento errático en los próximos trimestres.

Antes al contrario, Muniesa ha puesto en valor la agilidad con la que el banco que preside se ha adelantado a los acontecimientos con un plan a tres años con el que, si se ejecuta con fidelidad, "estaremos donde queremos estar", haciendo banca del futuro pero con el espíritu del fundador, Francesc Moragas, de estar muy cerca de las personas.