Olga Sánchez, CEO de Axa, en una fotografía corporativa

Olga Sánchez, CEO de Axa, en una fotografía corporativa Cedida

Examen a los protagonistas

Olga Sánchez

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Grupo Axa está llevando a cabo una integración más que mejorable de todo el grupo de seguros Gacme. Los traspiés arrancaron cuando la multinacional francesa liquidó la histórica Fundación de la mutualidad catalana, como explicó Crónica Global. Ahora, múltiples quejas de clientes afloran otro problema: la deficiente integración de las bases de datos financieras. 

Puede ser cierto que, como sostiene Axa, los problemas afecten a sólo el 3,5% de clientes de Agrupació. Pero no es menos cierto que ese porcentaje es equivalente a miles de asegurados. No en vano, la firma con sede en Sant Cugat del Vallès presentaba un portafolio de 500.000 pólizas en Cataluña para 350.000 clientes antes de ser engullida por el hólding galo. 

Por ello, la pifia en los cobros, si las cifras de la compañía son válidas, puede haber afectado a algo más de 12.000 asegurados en Agrupació. Son más de 12.000 personas que no pueden hacer uso de su tarjeta sanitaria por un error en la integración operativa de las dos compañías. 

Números aparte, el problema supone que Axa lamina parte de la reputación de la centenaria mutua catalana. Y esa imagen es un activo muy delicado que la multinacional francesa no debería tomar por descontado. 

Y es que Axa está tomando decisiones, cuando menos, polémicas. Borra por completo el carácter local de la catalana, y la transforma en una filial más del conglomerado. Con ello se crearán eficiencias internas, sí, pero también se perderá la identidad de un proveedor sanitario que se ha labrado la confianza de los catalanes durante más de un siglo. 

Resulta razonable pensar que el equipo de Olga Sánchez debería cambiar su enfoque con la integración de Gacme. Porque la furia de los clientes por los errores cometidos podría derivar en una fuga hacia otras opciones.