
El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont junto a Jordi Turull en Barcelona el pasado 8 de agosto
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Junts per Catalunya ha preferido la continuidad de Sílvia Orriols como alcaldesa de Ripoll a desbancarla del cargo formando parte de una moción de censura junto al PSC y ERC. Estos dos partidos estaban ya de acuerdo en integrar un gobierno de coalición con los posconvergentes para impedir que Aliança Catalana continuara al mando de este consistorio gerundense. Pero su intento ha sido en balde, en parte por los cálculos electorales de Junts.
Y es que esa posibilidad se desvaneció ayer tras el rechazo de los posconvergentes a entrar en la operación. La formación del prófugo Carles Puigdemont esgrime ahora que su deseo es ganar "en las urnas y no en los despachos", por lo que conmina a esperar a las elecciones municipales de 2027 para que se produzca ese relevo, si la ciudadanía de Ripoll así lo decidiera.
Este pretexto, sin embargo, obedece también al miedo de la formación posconvergente a perder a una parte de su electorado que también simpatiza con los postulados xenófobos de Aliança Catalana y su lideresa. Un pavor que el secretario general de Junts, Jordi Turull, trató de ocultar aduciendo que su partido "combatirá" el discurso ultra de Orriols.
En este sentido, no le falta razón a los dirigentes del PSC y ERC cuando denuncian la contradicción en la que incurre Junts al decir algo así. Desde las filas socialistas, su diputado Ferran Pedret, por ejemplo, acusó a los posconvergentes de "contemporizar con la extrema derecha".
Y es que no es la primera vez que, sea por la razón que sea, el posicionamiento de Junts supone un alivio para Aliança Catalana. Ni tampoco que, al igual que ésta, comparte parte de sus postulados supremacistas, ultranacionalistas e hispanófobos. Algo a lo que tampoco ha sido ajena ERC, que gobernó la Generalitat junto a los herederos de la antigua Convergència durante casi una década, hasta 2022.