
Esteban González Pons
En el PP no hay quien opine
Esteban González Pons (Valencia, 1964) ha sido toda su vida un fiel seguidor de la derechona nacional y un peso pesado del Partido Popular, pero hace unos días cometió un error (que a mí me parece un acto digno y cabal) al tomar partido por la obispa Marian Edgar Budde: la clériga que le echó un discreto chorreo a Donald Trump en un acto reciente, y que tan mal le sentó al hombre anaranjado (al que tal vez debería cambiarle el alias por algo más taurino: ¿qué les parece El Niño de los Aranceles?).
La obispa tampoco dijo nada del otro jueves ni se mostró particularmente ofensiva. Simplemente, confundiendo a Trump con un ser humano, le suplicó que mostrara cierta compasión y algo de bondad con los parias de la tierra, que abundan en los Estados Unidos.
O sea, un mensaje estrictamente curil, una súplica para que no dedicara todos sus esfuerzos a machacar a los pobres y a las minorías, a amargar aún más la vida de los inmigrantes y a dejar vivir a homosexuales, trannies (a los que el Donald ha expulsado del ejército) y demás gente que el nuevo presidente de los Estados Unidos considera de mal vivir.
La modesta bronca fue acogida con un silencio sepulcral en el PP, donde todos son muy de Trump. ¿Todos? No exactamente. Ante el pasmo del colectivo pepero, salió González Pons a decir que la obispa tenía razón y que lo que le había dicho al Donald era razonable, justo y necesario. Inmediatamente, se organizó en el PP la de Dios es Cristo.
Salieron voces de todas partes para poner verde al pobre González Pons, destacando la de Esperanza Aguirre, que le había cogido una manía tremenda a la obispa.
Y como éramos pocos, parió la abuela: desde su programa de radio, según me contaron (no es que no escuche su programa, que también, sino que no escucho la radio desde que entró la televisión en casa de mis padres en 1962 y me estrené como televidente con un episodio de Bonanza), Federico Jiménez Losantos ejerció de Gran Inquisidor y puso de vuelta y media a González Pons por tomar partido por una obispa protestante, religión equivocada donde las haya, y hasta recordó a sus oyentes la eliminación por Enrique VIII de su primera esposa, ¡una española!
La verdad es que, a mí, González Pons siempre me había parecido de lo más decente que corría por el PP. Un señor de derechas, razonable, educado y sin nada que ver con un troglodita. Pero parece que lo que ha hecho es ofender a todo el partido, ya que lo que le tocaba (como hizo el portavoz Corín Tellado) era denigrar a la obispa y dar vivas a ese mameluco de los aranceles que va a convertir el mundo en un lugar mucho más desagradable de lo que ya es.
Esteban, créeme, no tendrás una oportunidad mejor para prejubilarte del PP. Yo de ti la aprovecharía.