No es la primera vez que los retrasos de la T-Mobilitat, tratados de compensar con un sprint en el último momento, provocan que este nuevo sistema tarifario para el transporte público tropiece. El último ejemplo es el desamparo de los cientos de miles de catalanes que usan iPhone y no pueden validar su abono con el móvil, tal y como lo hacen quienes tienen un Android.
La T-Mobilitat es el proyecto estrella de la Autoritat del Transport Metropolità (ATM), dirigida por Manuel Valdés, para modernizar el sistema de transporte público en Cataluña. Sin embargo, tras más de una década de promesas incumplidas, retrasos injustificados y problemas técnicos, se ha convertido en un fracaso anunciado que perjudica a los usuarios y desprestigia a la Administración.
El último episodio de esta saga de despropósitos ha sido la discriminación que sufren los usuarios de iPhone, que a pesar de disponer de aplicaciones para tal uso, no pueden acceder a los abonos de transporte desde sus dispositivos móviles, sino que deben pagar 4,50 euros más por una tarjeta de plástico. Esta situación es inadmisible en pleno siglo XXI, cuando la tecnología sin contacto está ampliamente extendida, y debe remediarse lo antes posible aprovechando la flexibilización por parte de Apple de sus exigencias en cuanto al uso de los chips NFC en que se basa este sistema.