La próxima en caer
Tengo la impresión de que no vamos a tardar mucho en librarnos de Ione Belarra (Pamplona, 1987), conspicua representante de la NII (Nueva Izquierda Imbécil). Y no porque la izquierda vuelva a ser lo que fue y abandone el proceso de cretinización y arribismo en el que se encuentra actualmente inmersa, sino porque la pugna entre las dos facciones principales de la NII, Podemos y Sumar, da toda la impresión de ir a acabar con el triunfo de la segunda sobre la primera. Es decir, que la NII, como la energía, ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Si Yolanda Díaz, esa mujer que sonríe todo el rato y a todo el mundo, incluidos enemigos del estado, se sale con la suya y pilla cacho en el posible nuevo gobierno de Pedro Sánchez, algo me dice que proseguirá con su plan de eliminación de podemitas molestos y que a la caída en desgracia de Irene Montero y su fiel Pam seguirá la de la señora Belarra. No lo lamentaré, pero el cambio de liderazgo en la NII no es algo que me llene precisamente de gozo.
La pobre Ione es de las que cada vez que abren la boca sube el pan, por usar una expresión popular. El día de la fiesta nacional se despachó con dos salidas de pata de banco de esas que piden a gritos un poquito de por favor. Primero, el tuit sobre el supuesto genocidio de la invasión española de América de hace unos cuantos siglos, costumbre de obligado cumplimiento entre todos los que quieran ser alguien en la NII; a continuación, va y se presenta en el desfile con un pañuelo bordado por mujeres palestinas para que nos quede bien clarito a todos que ella está con quien está, siempre en el lado correcto de la Historia (lo de las salvajadas de Hamás, si eso, ya lo dejamos para otro día).
Progresista profesional, del sector errático y contradictorio, y feminista de chichinabo, Ione Belarra ha sido una podemita ejemplar, como Irene y Pam y el padre espiritual de todas ellas, Pablo Iglesias, el único hombre en el mundo capaz de abandonar la vicepresidencia de una nación para volver a sus raíces de tertuliano y dedicarse a dar la chapa en la prensa y en el sector audiovisual. Si fuera un poco más lista, habría seguido el ejemplo de Ada Colau y se hubiera enganchado como un koala a Yolanda Díaz, pero ha preferido mantenerse leal a un partido en fase de liquidación como Podemos, que comparte con Ciudadanos el dudoso honor de haberse hundido en un tiempo record, cuando se suponía que ambos venían a salvarnos del bipartidismo.
Por motivos que no alcanzo a explicarme, Yoli Sonrisas, tras apuñalar a los que la sacaron de Galicia y se la llevaron a Madrid, es la principal representante de la NII, como no para de demostrar: entre lo de que su hija no encontraba el horizonte en Madrid y el reciente peloteo a los lazis en Barcelona partiendo de su cercanía al Mediterráneo, que no es su querido Atlántico, pero hace lo que puede, el pobre (o sea, tiene vistas al horizonte ese que en Madrid ni lo huelen) se ha marcado dos memeces considerables sin dejar de sonreír en ningún momento. Todo sea por agarrarse al sillón, como Pedro Sánchez, quien, por cierto, puede acabar estrangulándola si ella insiste en hacerle sombra.
En cualquier cosa, la hora de Podemos ha pasado y, según Yolanda, ha llegado la de Sumar (aunque sacara menos diputados que los de Irene y Pam en esas últimas elecciones que igual hay que repetir). Si le salen las cosas bien, Ione ya puede darse por muerta, y no creo que la llore mucha gente: aquí, lo fundamental es que la izquierda siga en manos de trepas y cenutrios y nunca vuelva a ser lo que fue.