El presidente catalán no solo volvió a criticar con tintes ofensivos a los manifestantes de la marcha antiamnistía del 8-O, sino que aprovechó la ocasión para insistir en que, además, quiere el referéndum. En otras palabras, volvió a dejar al margen de su discurso a un buen número de catalanes, y menospreció y se rio de los miles de ciudadanos que protestaron contra ese trato de favor de políticos para políticos con el simple objetivo de perpetuarse en el poder.