Pintan bastos en el Partido Conservador británico, aunque también es verdad que lo más destacable es que haya sobrevivido a la errática dirección de Boris Johnson, aquel hombre permanentemente despeinado que no distinguía una reunión de trabajo de una sesión de copazos en los jardines del 10 de Downing Street. Su actual mandamás, Rishi Sunak (Southampton, 1980), ve cómo las encuestas electorales cada día se muestran más favorables a los laboristas y no parece saber muy bien qué hacer para darles la vuelta. Las consecuencias del Brexit están siendo desastrosas, pero el hombre es de los de sostenella y no enmendalla y no se baja del burro, azuzado por el sector más reaccionario de los tories. Durante el reciente congreso de los conservadores en Manchester daba hasta pena con sus propuestas teóricamente destinadas a mejorar la vida de sus compatriotas. Su gran logro, si se le puede llamar así, fue que acudiera a la convocatoria el liante de Nigel Farage, líder del UKIP, cuya única misión en este mundo parece haber sido promover la salida de su país de la Unión Europea (y al que yo nunca he visto en una foto en la que no estuviera exhibiendo su sonrisa de cazurro y sosteniendo patrióticamente una pinta de cerveza en la mano). Sunak consiguió, incluso, que resucitara Liz Truss, una de las primeras ministras más breves del Reino Unido, y suscitara los aplausos del sector más primario y carcamal del partido. En cuanto a sus brillantes propuestas…Hombre, anunciar en Manchester que no se va a poner en marcha el tren de alta velocidad que uniría a esa ciudad con Londres es de un inoportuno que atufa y no habrá hecho nada felices a los usualmente abandonados habitantes del norte de Inglaterra, que aunque tengan fama de brutos (exceptuando a Bryan Ferry y puede que a Morrissey), como sabrá cualquiera que haya leído las novelas de David Peace al respecto (o haya visto su adaptación televisiva, The Red Riding Trilogy), también tienen derecho a desplazarse en algo que no sea un tren borreguero.
De todos modos, mi medida favorita del señor Sunak es esa propuesta que se ha sacado de la manga para combatir el tabaquismo y que consistiría en ir subiendo cada año la edad legal para poder comprar un paquete de cigarrillos, que nunca llegaría para quienes ahora son niños o adolescentes. Me parece una genuina idea de bombero, pero no falta quien dice que igual resulta eficaz (lo dudo: el fumador siempre encontrará la manera de satisfacer su vicio). Con el país hecho unos zorros y el partido amenazado por los de Keir Starmer, al pijo de Sunak solo se le ocurre combatir la adicción al tabaco. Me pregunto cuánto durará en su cargo, pero todo parece indicar que ya hay ruido de sables. Wait and see, que se dice en inglés.