Sin el más mínimo atisbo de autocrítica, el expresidente Carles Puigdemont cerró ayer el acto unitario del independentismo por el 1-O. El dirigente aprovechó el sexto aniversario del referéndum ilegal para endurecer su discurso --"no nos resignamos a la paz autonómica"-- y adoptar un tono mesiánico. Llegó a apelar a la "fe" para culminar la independencia de Cataluña. Puigdemont sigue sin propósito de enmienda y atrapado por su propio personaje.