Shakira
Pesada y morosa
¡Dios mío, qué mujer más pesada! La planta el marido y se dedica a fabricar canciones, una detrás de otra, para ponerlo de vuelta y media. Ahora acaba de sacar otra en la que el objeto de su ira y su rencor es su ex suegro, al que le desea, no muy sutilmente, una muerte rápida (aunque intuyo que dolorosa). Al mismo tiempo, el ministerio de Hacienda español sigue buscándole las cosquillas por su inveterada costumbre de no pagar al fisco del país en el que vive (o vivía) y le reclama más dinero que el que ya le reclamaba y que ella no afloja ni a tiros, pues sigue porfiando en los juzgados para ahorrarse tan doloroso trance. Les hablo, naturalmente, de la colombiana Shakira, que, francamente, me tiene harto (para añadir un poco más de mal rollo a su situación, ha trascendido el mal trato que parece otorgarles a sus subordinados, así como algunas extrañas manías: mi favorita, la de que está prohibido en general mirarla a los ojos más allá de una cantidad ínfima de segundos).
Lo de Hacienda es grave, ya que, con la pasta que gana esta mujer, podría tener un poquito de por favor con el sufrido contribuyente español, pero a mí lo que más me revienta es la perra que le ha cogido con Gerard Piqué, como si fuera la única mujer del mundo a la que abandonan por otra más joven (¡pero si eso es el pan nuestro de cada día, Shaki, y ya sabes que, como sostiene el feminismo radical, todos los hombres somos unos cerdos!). ¿Una canción? Vale, de acuerdo. ¿Dos?, te estás pasando un poco, guapa. ¿Tres? ¡Basta ya, por lo que más quieras! ¿Desearle la muerte al padre de tu ex marido? Ahí ya te has pasado tres pueblos, Shaki. Y me pregunto a quién le tocará en la próxima canción, pues ya dijo ella que las mujeres facturan (me inclinó por la madre de Piqué, con la que siempre se llevó fatal).
No negaré que el despecho ha dado origen a grandes canciones. El salsero puertorriqueño Héctor Lavoe tiene unas cuantas de abrigo (les recomiendo Señora Lola, una serie de amenazas al marido de la amante del narrador del tema para que no se ponga farruco, que aún se va a llevar unos balazos). Y nada puede superar a Rata de dos patas, de la inmensa Paquita la del Barrio. En comparación con estos clásicos del desprecio y la grima sentimental, las cancioncillas de Shakira no tienen la menor relevancia. Y prueban que nuestra heroína desconoce ese refrán español que asegura que No hay mayor desprecio que no hacer aprecio. ¿Qué te han plantado? ¡Bienvenida al club, Shaki, nos ha pasado a todos!
Esta mujer no está envejeciendo bien. A mí me la presentaron hace un montón de años en Madrid, durante una fiesta de la industria del disco, y me pareció una chica mona, simpática y bajita que incluso tenía alguna canción decente. Todo parece indicar que aquella chica ha dejado de existir y ha sido sustituida por una cuarentona amargada y rencorosa que, además, no paga sus impuestos. ¡Calla y paga, pesada!