Una mirada inquietante
O las cosas son raras en general o el cineasta griego Yorgos Lanthimos (Atenas, 1973) se empeña en verlas así. O las dos cosas. En cualquier caso, sus usualmente fascinantes películas (es de los pocos directores contemporáneos de los que uno espera siempre con ansia su nueva propuesta) muestran permanentemente vidas extrañas observadas con una mirada más extraña aún. Su última obra, Pobres criaturas, una, al parecer, peculiar revisión del mito del monstruo de Frankenstein protagonizada por Emma Stone y Willem Dafoe, se alzó recientemente con el León de Oro en el festival de Venecia y yo tengo muchas ganas de que se estrene en España: nada de lo que he visto de este hombre me ha decepcionado.
Lanthimos empezó a dirigir cine en su país natal (llegó a participar en la preparación de la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Atenas del año 2004), pasando también por el teatro y la televisión. Lo primero que vi de él fue Canino (2009), claustrofóbica historia sobre una familia imposible que te dejaba un mal cuerpo muy notable, por mucho que disfrutaras de la extraña propuesta. Alcanzó proyección internacional con The lobster (La langosta, 2015) y The killing of a sacred deer (El asesinato de un ciervo sagrado, 2017), dos rarezas fascinantes que funcionaron muy bien a nivel de crítica y no tanto a nivel de público. En el 2018, trabajando por primera vez con un guion ajeno, rodó La favorita, protagonizada por una inmensa Olivia Colman: interesante y brillantemente rodada, pero los fans de Lanthimos echamos de menos sus propias ideas en la pantalla, lamentando un tanto que se limitara a ilustrar un texto ajeno disponiendo de esa cabeza llena de inquietantes y lúcidas extravagancias que dan tan buen juego con las inquietantes y lúcidas historias que ésta alumbra.
En Pobres criaturas, Lanthimos vuelve a depender de un guion ajeno. Desconozco el resultado, aparentemente brillante, pero echo de menos al cineasta que escribía sus propias historias y que me dejó literalmente con la boca abierta al ver Canino, The lobster o The killing of a sacred deer. Estoy convencido de que la puesta en escena de Pobres criaturas será, como la de La favorita, de una impecable brillantez, pero no puedo dejar de preguntarme porqué parece haber dejado de escribir. ¿Falta de ideas? Lo dudo. ¿El síndrome del cineasta local que al pasar a internacional se hace acreedor a una vigilancia más cercana por parte de sus productores, que admiran su talento, pero temen concederle una excesiva libertad conceptual que vaya en contra de sus aspiraciones de lucro? Lo ignoro, pero Lanthimos no sería el primer autor que va dejando de escribir a medida que sus películas cada vez cuestan más dinero y están más vigiladas por quienes lo aportan.
Como no llego a ninguna conclusión al respecto, me limitaré a ir a ver Pobres criaturas en cuanto se estrene. Por lo que he visto a retazos, la factura visual resulta impresionante. Veremos qué pasa con la historia que cuenta.