No descubro nada nuevo si digo que mis simpatías están en el centro izquierda, y que la probable victoria del PP el próximo 23 de julio me parece una mala noticia, más aún teniéndose que apoyar en Vox o coaligándose con este para gobernar. Con todo, ya veremos qué ocurre porque las elecciones siempre dan sorpresas. No obstante, si así fuera, y como en esta vida nada es un mal absoluto, hay algo por lo que sí me alegraría que Alberto Núñez Feijóo presida el próximo Gobierno. Ha anunciado que prorrogará la vida de las centrales nucleares más allá del 2035 y suspenderá, por tanto, el cierre previsto de los siete reactores en funcionamiento, según el actual Plan Nacional Integrado de Energía y Clima. Es un anuncio sensato por razones medioambientales y económicas. No tiene ningún sentido cerrar nucleares para quemar gas y prescindir de una energía segura y eficiente, sobre la cual además se cargan muchos impuestos. Sería tan estúpido como comernos a la gallina de los huevos de oro. El caso alemán es un ejemplo de lo que no hay que hacer. Hoy Alemania quema más carbón que antes, y es la economía más dependiente energéticamente de toda la Unión Europea. Su espectacular progreso en renovables no ha sido suficiente para hacer funcionar la poderosa industria germana sin hidrocarburos. Y todo ello por una fobia nuclear convertida en una variante de la identidad nacional, aunque a Francia, eso sí, le compra energía, que es de origen nuclear, claro está. Un contrasentido monumental.
En España, la izquierda sigue anclada en un discurso antinuclear como sinónimo de ecologismo cuando hoy es justamente lo contrario. Lo más ecologista es ser pronuclear porque nos enfrentamos a un problema civilizatorio con el cambio climático, y hemos de prescindir cuanto antes de los hidrocarburos, cuya quema genera CO2 y otros gases de efecto invernadero. La apuesta por las renovables es indiscutible, pero sin hacernos trampas al solitario porque tienen limitaciones tecnológicas importantes, empezando porque son intermitentes y la energía excedente que producen no se puede acumular. Además, están lejos de cubrir nuestras necesidades energéticas, más aún para electrificar todo el parque móvil como nos proponemos alcanzar hacia el 2035. Por tanto, la disyuntiva no es entre renovables y nuclear, sino entre quemar gas y/o carbón, es decir, entre seguir contribuyendo al cambio climático, o apostar por una energía limpia, fiable y segura, como la fisión nuclear.
Esta semana, Pedro Sánchez fue preguntado en la Cadena Ser por el anuncio de Feijóo a favor de la continuidad de las nucleares, y alegó como una de las razones para su cierre que contribuían a que el precio de la electricidad fuese más alto. El asunto de la factura es muy complejo, pero sus asesores le deberían informar, como explican los expertos, que en el precio intervienen cuatro factores. Primero, la prima a las renovables. El 23% de lo que pagamos se va en subvencionar a la eólica y solar. Segundo, la subasta del precio de la energía se encarece por el gas. Tercero, las energías renovables no pagan el coste del tratamiento de los residuos ni de su desmantelamiento, lo que sí hace la nuclear. Y, cuarto, la energía nuclear paga muchos impuestos, también autonómicos, particularmente en Cataluña, mientras las renovables están exentas de recargos. Si eliminamos la nuclear, la factura de la luz subiría todavía más.
El anuncio de Feijóo es tranquilizador, pero desconocemos la totalidad de su política energética. ¿Hasta cuándo se alargaría la vida de esos siete reactores? ¿Por qué no explorar como hacen otros países la construcción de nuevas centrales o de mini reactores, ahora que en la Unión Europea se ha aprobado la taxonomía verde que aporta importantes beneficios fiscales a la energía atómica? Y, por último, pero no menos importante: los residuos. La prórroga de las nucleares va a generar más desechos radiactivos a los que ya acumulamos desde hace décadas, por cuya seguridad no hay que temer, pero que se han de almacenar de forma eficiente y correcta, en lugar de conservarlos en las piscinas de cada una de las centrales, o pagando una morterada de dinero a Francia para que nos guarde una parte ¿Por qué no se retoma el proyecto de construir un Almacén Temporal Centralizado en España? Sería bueno que Feijóo no se quedara en el titular y estuviera dispuesto a abordar la complejidad de los retos.