El pirata varado
Ha sido un poco triste la aparición en el festival de Cannes del actor norteamericano Johnny Depp (Owensboro, Kentucky, 1963). Vestido de enterrador de pueblo del Far West, aquejado de un leve sobrepeso (vamos, que se le veía algo fondón), con la dentadura en peor estado que la de su amigo Shane McGowan antes de que se pusiera una nueva porque la anterior la había podrido por entero a base de alcohol y drogas, con las manos llenas de anillos truculentos y algo macarras y luciendo unos pendientes que le sentaban como a un Cristo dos pistolas, el hombre se ha tirado un par de días sonriendo de soslayo, respondiendo a todo en voz muy baja y haciendo como que no tiene ningún problema con la industria cinematográfica de su país, ya que, en todo caso, sería dicha industria la que tendría un problema con él (o consigo misma, no me quedó claro, la verdad).
Venía el señor Depp a presentar la película francesa de época Jeanne Du Barry, protagonizada y dirigida por otra gran experta en tanganas, una exmodelo que se hace llamar Maïwenn y que hace un tiempo se lanzó al cuello de un periodista que había acusado de conducta sexual inadecuada a su exmarido, el cineasta populachero Luc Besson. Es como si el director del festival hubiese visto una oportunidad excelente de hacerse el bad boy inaugurando la edición de este año con un producto que reúne a dos especialistas en el arte de liarla parda por cónyuge interpuesto (recordemos que Depp se tiró meses batallando en los juzgados con su tóxica esposa Amber Heard, bronca en absoluto beneficiosa para ninguno de los dos: Amber anda por Mallorca, medio retirada a su pesar, y Johnny se pasea por Europa "con cara de yo no fui", que diría Rubén Blades, y haciendo como que aquí no ha pasado nada. A todo esto, Jeanne Du Barry ha sido masacrada por la crítica en pleno y no ha faltado quien ha dicho que Maïwenn es tan mala como directora que como actriz. La interpretación del señor Depp, por cierto, ha sido descrita como ausente, desplazada, rutinaria, errática y nada brillante. Todo parece indicar que las cosas no empiezan muy bien para la película en cuestión.
Lo siento por el señor Depp, que me cae bien desde que lo entrevisté durante media hora en los años 90 cuando vino a Barcelona a presentar una película que ya no recuerdo. Ya hablaba muy bajito, pero era simpático, cordial y con sentido del humor (luego me tocó hablar con su compañero de reparto, Kurt Russell, que resultó ser, como me temía, un plomo). Luego se hizo famosísimo gracias a unas películas de piratas que no vi porque intuí que yo no formaba parte del target previsto. Nunca me hice fan de Johnny Depp, cuyos aires a lo Brando le daban a menudo el aire de estar y no estar en la historia que se estaba explicando, pero reconozco que algunas interpretaciones suyas me parecieron brillantes (especialmente la del atrabiliario cineasta Ed Wood en la descacharrante biopic de Tim Burton).
Johnny Depp da la impresión de no saber muy bien qué hacer con su vida a partir de ahora. De momento, todo el mundo le aconseja que acuda urgentemente a la consulta de un dentista.