Inversiones millonarias anunciadas en mitad de una campaña electoral por parte de la Generalitat de Cataluña. Bienvenida sea cualquier medida que permita luchar contra la sequía, aunque tras diez años de inactividad, la de ahora no solo es tardía, sino que rezuma electoralismo. Sin olvidar que, hace sólo cinco días, el Gobierno español hizo público que invertiría 220 millones para la construcción de una nueva desalinizadora en Tordera (Barcelona).