Muerte de un folksinger
Nos dejó hace unos días el cantautor canadiense Gordon Lightfoot (Orillia, 1938 – 2023) entre el desinterés de la prensa española al respecto, que parece haber optado por considerarlo un folksinger de segunda fila, lo cual era probablemente cierto desde un punto de vista general, pero hubo una época, allá por los años 70 del pasado siglo, en que yo fui muy fan del señor Lightfoot, llegando a adquirir cinco o seis elepés suyos que disfruté enormemente. Dos de mis canciones favoritas tenían que ver con la lluvia, Early morning rain (1966) y Rainy day people (1975), dos temas de una melancolía tremenda, sobre todo el segundo, donde elaboraba una curiosa teoría sobre la calidad moral de la gente con la que te cruzabas los días lluviosos. Rainy day people always seem to know when you´re feeling down (La gente de los días de lluvia siempre parece saber cuándo estás deprimido), decía el tema en cuestión.
Aunque nunca triunfó a lo grande (salvo en su Canadá natal), sus canciones fueron versionadas por una lista impresionante de artistas que incluye, entre otros, a Elvis Presley, Johnny Cash, Peter, Paul & Mary, Jerry Lee Lewis, Bob Dylan, Barbra Streisand, Nico o el recientemente fallecido Harry Belafonte. Es decir, que lo más probable es que todo el mundo haya oído alguna vez alguna canción del señor Lightfoot, pero eso no ha servido nunca para sacarle de su condición de uno de los secretos mejor guardados del folk anglosajón. Era un buen cantante, un letrista sensible y un compositor brillante en su aparente sencillez, pero nunca consiguió que se le incluyera en la primera división de la música pop. Yo mismo recuerdo haberlo abandonado en los años 80, tras haberlo escuchado sin tasa durante la época anterior. Mi curiosidad juvenil debió enfocarse hacia otros músicos y otros géneros porque, aunque me dé vergüenza reconocerlo, me olvidé de él. Sé que grabó un montón de discos más, pero yo ya no los compré. Estos últimos días, he rescatado algunos elepés suyos y he vuelto a escuchar Rainy day people, que me sigue pareciendo un monumento a esa melancolía especial que hace compañía y que es privativa de los mejores, como Nick Drake o Sandy Denny.
A raíz de su fallecimiento, he visto algunas fotos recientes del señor Lightfoot y me he quedado helado. En mi cabeza, el hombre nunca había dejado de ser aquel tipo de treinta y pocos años que grabó álbumes como Sundown, Don Quixote o Old Dan´s records, y ahora me he encontrado con unas imágenes asaz tenebrosas de la decrepitud. Puede que se le reivindique dentro de algunos años pero, de momento, me temo que el hombre sigue condenado a la segunda división de la música pop. La satisfacción del deber cumplido, eso sí, no se la quita nadie. Grabó un montón de discos, nutrió de material a gente muchísimo más famosa que él, tuvo tres esposas y cinco hijos, compuso algunos temas memorables y siempre mereció un trato mejor del que la sociedad le dispensó. Ah, y a mí me hizo mucha compañía en mi última adolescencia y primera juventud: Rainy day people me levantó el ánimo, a su peculiar manera, en diversas ocasiones. ¿Qué más le puedo pedir?