La okupación es uno de los problemas más evidentes en la mayoría de ciudades. Mataró (Barcelona), es una de ellas. Es cierto que el Ayuntamiento, gobernado por David Bote (PSC), ha mejorado las cifras en relación a los últimos años y ha implementado medidas como la instalación de cámaras de seguridad en algunos barrios. Según datos del consistorio, la Policía Local consiguió frustrar 192 usurpaciones, pero la mayoría fue gracias a la ciudadanía, que detectó y denunció los hechos.
Pese a este esfuerzo, es necesario que el equipo de gobierno no espere a que los vecinos adviertan de una situación que les produce no solo incomodidad, sino también inseguridad. Y es que hay zonas cuyos residentes deben soportar el infierno que supone convivir con los okupas día sí, día también. Un ejemplo es el número 41 de la calle Torrijos, un bloque problemático con el que los allanadores parecen haberse obsesionado y que han intentado okupar en varias ocasiones, llegando a incendiar incluso las zonas comunes.