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La inmersión lingüística en Cataluña, y el consiguiente cerco a quienes son castellanohablantes, es absolutamente denunciable. Hizo bien Pablo Casado en abordar este tema cuando era presidente del PP, pero utilizó argumentos que se sitúan entre el rumor y la fake news. Al nacionalismo se le combate con datos, con objetividad, con rigor. Exagerar o dramatizar resta legitimidad a quienes defienden el bilingüismo y luchan en contra de la discriminación. Casado hizo un flaco favor convirtiendo un tema muy delicado en casi una parodia.