Muchas fueron las incertidumbres que generó el final de la etapa de Pablo Isla al frente de un imperio como Inditex, cuyo timón de mando pasaba a manos de Marta Ortega, la hija menor del fundador y accionista mayoritario, y de Óscar García Maceiras como primer ejecutivo, con una corta experiencia en el grupo. Algo más de 12 meses después, la mayoría de ellas se han disipado. Y además, de la forma más convincente para los inversores: con cifras, con datos, con resultados. La compañía ha logrado máximos históricos tanto en ventas como en resultado operativo y en beneficio neto en el primer ejercicio con el citado tándem al comando. Y además, en el horizonte más próximo, aparece una clara apuesta por España, con la garantía de mantener la sede y de apostar por los centros de producción y logística, algo que toca de lleno a Cataluña, con las plantas de Tordera y Sallent. Una garantía de empleo que no es baladí en el escenario actual.