La 'despechá'
El príncipe Harry de Inglaterra se las prometía muy felices con ese catálogo de lloriqueos de pobre niño rico que ha reunido en unas supuestas memorias tituladas 'Spare' (me pregunto quién las habrá escrito realmente, y no le envidio: es muy triste tener que ganarse la vida transcribiendo las chorradas de un jovenzuelo mal criado), pero está observando cómo la gente ha dejado de hablar de él para centrarse en Shakira y su nueva canción a medias con el argentino Bizarrap, tercera de una serie consagrada a poner de vuelta y media a su ex compañero sentimental, el futbolista Gerard Piqué. Bien pensado, Shaki tenía las de ganar, pues siempre es más fácil escuchar una canción de tres minutos que tragarse un fárrago de trescientas páginas. Vivimos una época en la que todo está a un clic de distancia, menos la literatura (o lo que sea que hayan perpetrado el pelmazo de Harry y su negro), así que no es de extrañar que todo el mundo hable de lo de Shakira mientras el libro de Harry se está vendiendo ya a mitad de precio en las librerías británicas (por no hablar del revelador dato de que dos de cada tres ingleses lo detestan, que tampoco es moco de pavo).
Tras escuchar la canción de marras, lo primero que se me ocurre es que esa mujer no conoce el significado de la expresión fair play. Evidentemente, tampoco ha oído jamás ese refrán que asegura que la ropa sucia se lava en casa. Cual concursante de Tele 5 en sus primeros tiempos –ah, aquellas señoras que exponían intimidades vergonzosas de sus maridos para concluir con la gran frase “¡Que se entere toda España!”-, Shakira ha optado por un “¡Que se entere todo el mundo!”, pues para algo es una estrella global y el que no entienda español que se lo traduzcan. Al mismo tiempo, se ha integrado en un subgénero que cuenta con precedentes de mucho mérito: pensemos en Julio Iglesias diciéndole a la ex parienta aquello de "Lo mejor de tu vida me lo he llevado yo"; o en la gran Paquita la del Barrio con su hit inmarcesible Rata de dos patas, obra maestra del despecho musical; o en el glorioso Héctor Lavoe, que en paz descanse, entre cuyos temas de castigo destaca Señora Lola, en la que tiene el cuajo de amenazar de muerte al marido de su amante….Vamos, que Shakira no ha descubierto precisamente la pólvora con su trilogía de dardos envenenados hacia Piqué.
Suele decirse que el mayor desprecio es no hacer aprecio, pero me temo que ese dicho tampoco ha llegado a oídos de la colombiana de cimbreantes caderas. Y sus esfuerzos por ir de sobrada resultan un pelín patéticos: compararse con un Rolex y un Ferrari da cierta risa; como lo de que ella vale por dos chicas de 22 años; y lo de que no piensa dejar volver a su compañero, cuando éste no ha manifestado la menor voluntad de hacerlo, ya roza el ridículo; lo de tomarla con la suegra y responsabilizar al futbolista de sus problemillas con Hacienda entra directamente en el terreno de la desfachatez.
Hay otro dicho que asegura que no hay fuerza comparable a la ira de una mujer despechada. El despecho es un sentimiento feo, pero humano. El problema de Shakira es haberlo despachado con canciones malas que, eso sí, le servirán para incrementar su cuenta bancaria, que seguirá siendo sustanciosa, aunque tenga que acabar retratándose ante el fisco español. ¿Su principal problema? La falta absoluta de sentido del humor. Shakira se toma demasiado en serio a sí misma y a sus líos conyugales. Vale, guapa, ya hemos oído tus quejas. Y ahora, a otra cosa. A cualquiera, menos al libro de Harry.