La Generalitat ya trabaja en la redacción de un nuevo decreto que regule los procesos electorales en las cámaras catalanas después de que el anterior acabara en pasto de fallos judiciales en su contra. A pesar de todos los dolores de cabeza que generó la introducción del sistema de voto electrónico, Roger Torrent, responsable de la consejería sobre la que recae este asunto, insiste en mantener el componente digital con el argumento de que no se puede ir en contra de los tiempos actuales. Tan irrefutable es esta idea como que la manifiestas irregularidades en procesos anteriores irradian una pésima imagen de instituciones de indudable prestigio e importancia como son los organismos camerales. Reforzar el voto electrónico tiene que llevar aparejada una sustancial mejora de los controles para que no vuelva a terminar en un fiasco sin posibilidad de vuelta atrás. Un elevado riesgo, sin duda.