Ante el clamor empresarial por los retrasos del Corredor Mediterráneo, la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, dio ayer la cara en Barcelona y prometió que la gran infraestructura ferroviaria estará terminada, como muy tarde, en 2030.

Pese al escepticismo del empresariado levantino, agotado por los incumplimientos de todos los inquilinos de la Moncloa, la ministra intentó convencerlos de que esta vez va la vencida. Lo tiene difícil vistos los precedentes.