A pesar de su cada vez menor repercusión tanto en el ámbito político como en el público, Carles Puigdemont no pierde ocasión de intentar emponzoñar la política catalana y del resto de España. Esta vez, con motivo del quinto aniversario de su fuga a Bélgica tras encabezar el golpe secesionista a la democracia de octubre de 2017. Lejos de cualquier atisbo de autocrítica por el referéndum ilegal y la declaración unilateral de independencia, el expresidente de la Generalitat sigue en sus trece y ahora desdeña tanto reformar el delito de sedición a la baja como un posible indulto posterior si fuera condenado. Una solución que, según dice ahora, se le habría planteado desde el PSOE para que se entregue a la justicia. De ser cierta, la oferta resulta además sorprendente, teniendo en cuenta su aparente falta de arrepentimiento.