Muchos focos de las grandes economías de Occidente apuntan hacia Portugal por lo bien que está haciendo las cosas desde que pasara por la traumática experiencia del rescate en la anterior crisis financiera. A la hora de explicar los motivos por los que el país está siendo capaz de atraer inversiones y empresas, su embajador en España, Joao Mira-Gomes, se ha referido a cuestiones culturales, idiomáticas y estratégicas, pero ha dejado en un segundo plano la que, a todas luces, es la fundamental: los numerosos atractivos fiscales que presenta y que ya tientan a buena parte de los altos patrimonios en España, los cuales se consideran poco menos que perseguidos por el Gobierno de Pedro Sánchez. Probablemente, el diplomático luso haga honor a su condición y no quiera alimentar más una batalla interna en un socio tan importante como España. Sin embargo, este cometido es posible sin necesidad de distorsionar tanto la realidad.