Josep Costa ha pasado por la política sin pena ni gloria. Fue elegido miembro de la Sindicatura Electoral del referéndum ilegal del 1-O, pero en cuanto supo que podía ser multado, salió por piernas. Desde entonces se ha dedicado a azuzar el odio en las redes sociales. Solo le hacen caso los de siempre. Pero ayer tuvo de nuevo sus cinco minutos de gloria en el juicio celebrado en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). Costa y el resto de exmiembros de la Mesa del Parlament son juzgados por desobediencia.
El acusado acudió vestido con la toga para autodefenderse. Puede hacerlo, porque es abogado. Pero se notan las ganas de llamar la atención.