Reducir el 33% la mortalidad tras un infarto es lo que ha conseguido un medicamento desarrollado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). Además, se trata de un fármaco de bajo coste, hecho que abre la puerta a que se pueda reducir la mortalidad por este tipo de dolencias en países en vías de desarrollo y no solo en las regiones con mayores recursos.
El ensayo clínico liderado por el cardiólogo Valentín Fuster se ha testado en 133 hospitales de siete países europeos y ya se indica que los resultados obtenidos cambiarán los protocolos de tratamiento de los infartos cuando se complete la fase clínica. El éxito de la investigación se debe celebrar.