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El Hospital de Palamós ha encajado una sentencia contraria por un lamentable caso en urgencias en el que una mamá gestante perdió el bebé que esperaba porque los sanitarios retrasaron el parto pese a que el embarazo entraba en la semana 41, un periodo peligroso. El episodio, que ha terminado en compensación económica a la madre, es de una crudeza sobrecogedora para el equipo que en aquel momento dirigía Jordi Calsina, ya exgerente. No debería repetirse.