Oriol Amat es el último de una tradición de rectores de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) que han permanecido impasibles ante las reiteradas movilizaciones estudiantiles de los últimos años. La actitud de pasividad y amedrantamiento ante las acciones del sindicato independentista SEPC deja mucho que desear en alguien que debería asumir el liderazgo de la universidad y provoca que, mientras un sector del alumnado ocupa las facultades y levanta piquetes, otro desafíe las huelgas y organice incursiones en las aulas.
Ambos grupos han despertado la misma reacción por parte del rectorado: ninguna, más allá de la suspensión de las clases para evitar ponerse en contra a los grupos más radicales. La falta de autoridad del equipo directivo no hace más que trasladar las tensiones y enfrentamientos a los estudiantes de distinto signo que, como es lógico, conviven en la universidad.