Nadie duda de que espiar sin autorización judicial es, además de inaceptable, ilegal. La justicia debe aclarar qué hay de cierto en las denuncias del supuesto espionaje a dirigentes y activistas independentistas.

Ahora bien, si hay que entrar en debates éticos, también convendría aclarar cómo es posible que Òmnium Cultural, la entidad nacionalista presidida por Xavier Antich, estuviera organizando desde hace meses una campaña sobre el Catalan Gate que, sin embargo, acaba de estallar hace apenas unos días. Algo rechina en todo esto.