La madrugada del martes, la mujer que regentaba el Bar Champi, ubicado en número 73 de la calle Valencia, hizo volar por los aires su negocio. La explosión que provocó fue de tal magnitud que afectó a un total de ocho edificios de las calles Valencia, Calabria y Roma, y obligó a desalojar a más de 40 personas, de las que 23 no podrán regresar a sus hogares a corto plazo debido a daños estructurales en los muros de carga.
El siniestro de este martes no pilló por sorpresa a los vecinos. Se veía venir. La responsable del bar había amenazado varias veces con quemar el local y así lo comunicaron a las autoridades. Por eso, tal y como ha confirmado este martes Albert Batlle, teniente de alcalde de Seguridad, el pasado viernes la Guardia Urbana de Barcelona (GUB) y los servicios de inspección del distrito del Eixample acudieron al local para precintarlo.
Sin embargo, la dueña había bajado la persiana. Este motivo fue suficiente como para que tanto la GUB como los servicios de inspección cesaran en su cometido de precintar “de forma preventiva" el local, al que accedió la mujer para cumplir sus amenazas.