Cataluña ha iniciado una nueva fase en la gestión del coronavirus. La resistencia al virus de una población que, salvo excepciones, se ha vacunado en masa es mayor y es pertinente que se relajen medidas. Las cuarentenas dejan de ser obligatorias para los enfermos leves, se dejan de contar enfermos e incluso las cárceles del territorio recuperan su normalidad en este sentido.

Tan lógico resulta todo ello como el uso de las mascarillas en los interiores no ventilados, el próximo paso para recuperar la normalidad tras la pandemia y que seguro que veremos en pocas semanas. Ahora, la Consejería de Salud debe mover ficha y relajar las restricciones en el resto de ámbitos. Uno que urge es el protocolo de acompañantes y el régimen de visitas que se marca en los hospitales catalanes. Aún es muy restrictivo, y si se habla de proteger la salud mental es indispensable que los enfermos cuenten con un apoyo de su círculo de confianza cuando son ingresados o se realizan pruebas. El conseller Argimon debe mover ficha.